Lindsay Lohan acaba de salir del correccional de Lynwood, donde ha pasado menos de dos semanas a torta limpia con otras presas, pero no se ha ido a celebrarlo. La intérprete ha sido llevada a un centro médico para empezar su enésimo tratamiento de rehabilitación.
Y como no es ni el primero, ni el segundo que emprende, nosotros somos bastante escépticos con que le vaya a funcionar, pero ya se verá. ¿De qué piensan tratarla allí dentro?
Al parecer, la jueza le ha elegido un programa personalizado para tratar sus adicciones a las anfetaminas (según su representante, unas pastillas con receta médica que la mantienen más feliz que una perdiz), opiáceos (dentro de este grupo se encuentran la morfina, heroína y la metadona, pero no han especificado a cuál de ellas es adicta) y su trastorno bipolar. ¡Pues tienen trabajo los rehabilitadores!
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