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viernes, 14 de enero de 2011

Padre Coraje Quince años tras un asesino


Francisco Holgado mira desde su furgoneta blanca una pared encalada en la que ha escrito “14 años, justicia para Juan Holgado”.
“Enmendemos eso”, dice y se apea del vehículo, sacude una lata de pintura de aerosol y cambia la referencia numérica por un negro “15 años”, el tiempo transcurrido desde que unos atracadores apuñalaron 30 veces a su hijo y dejaron que se desangrara.
Y es el tiempo que, con ahora 66 años, ha librado una odisea personal en busca de justicia, que le empujó a realizar operaciones encubiertas, le costó su matrimonio, su carrera y le alejó de sus otros tres hijos.
El tímido cajero de un banco se disfrazó utilizado pelucas, moduló su voz para aparentar una dureza de pedernal y se adentró en el submundo de la delincuencia de esta ciudad meridional española.
Algo muy diferente a la vida de clase media que llevaba en el extremo opuesto de la urbe.
Era un universo de distribuidores de droga y prostitutas, redadas policiales y sucios rincones en los que los adictos se inyectan heroína.
Holgado logró infiltrarse entre los sospechosos del homicidio de su hijo -cuatro heroinómanos con antecedentes de pequeños delitos y faltas- y grabó sus conversaciones con la ayuda de una grabadora oculta en su disfraz.
La información que recabó no resultó útil, por más que consiguió que los individuos confesasen. Esas grabaciones no fueron admitidas, en parte porque el que confesó estaba drogado.
“¿Qué debe hacer un padre?”, comentó con una triste sonrisa. “Un padre cuyo hijo es asesinado no puede permanecer sentado en su casa. Tiene que dar la vida si fuera necesario”.
Quince años después, todos los riesgos y amarguras sufridas no han dado los resultados apetecidos.
Holgado sigue encontrando obstáculos en su obsesiva misión de llevar a buen fin el caso. A principios de enero, pese a la orden de un juez, la unidad forense de la policía dijo que no hay necesidad de analizar el ADN obtenido en muestras de sangre o las huellas dactilares. 

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