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viernes, 15 de marzo de 2013

Angie Agramonte “Aprendí a no confiar en nadie”

La presentadora de televisión aclara que su único pecado “fue haber estado en el lugar equivocado, en el momento equivocado y con la persona equivocada”.
La conductora de televisión Angie Agramonte se queja amargamente de la reacción de gente que sin conocerle la ha crucificado desde que se conoció la noticia de que en diciembre agentes de la Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) ocuparon dos maletas con 313 mil 500 dólares en un vehículo de su propiedad. Las maletas decomisadas pertenecían a la colombiana Ginaliz Quintero Flores (Gina o La Gorda), con quien Agramonte almorzaba al momento del operativo realizado en un restauran de Santo Domingo y a quien las autoridades acusan de pertenecer a una red de lavado de activos integrada por colombianos, venezolanos, panameños y dominicanos.
La joven oriunda de Azua se confiesa sorprendida, porque consideraba a Quintero Flores como una amiga, a quien conoció a través de otro amigo en común. “A partir de ese momento empezamos a compartir, ella me dijo que no tenía amigas aquí, íbamos al cine, a almorzar, al gimnasio y nunca vi nada extraño en su comportamiento”.  
Recuerda que cuando llegaron los agentes del DNI “quedé en shock, porque no sabía qué pasaba. Cuando le preguntaron a ella en qué nos habíamos trasladado al restauran dijo que en un taxi y yo les dije que no, que andábamos en mi vehículo y les entregué las llaves. Cuando me interrogaron dije la verdad, porque no tenía nada que ocultar”, asegura la co conductora del programa “Akí e’ la cosa”.
Confía que desde diciembre no ha tenido paz, “pero agradezco a Dios porque fue bueno conmigo. El salmo 91 me lo sé de memoria, desde ese día no he dejado de leerlo”, dice al recordar el día en que recibió una llamada de Quintero Flores invitándola a almorzar.
Aunque la colombiana le pidió perdón por haberla involucrado en el hecho, Angie Agramonte asegura que prefiere olvidar y asumirlo como una experiencia para no volver a creer tan ciegamente en la gente.
 “Esta es la experiencia más aleccionadora de mi vida. No vuelvo a confiar tan ciegamente en la gente. Tendré más cuidado. Ella me pidió perdón, pero me di cuenta  que no era mi amiga, me puso en peligro. Quería decirle de todo y a la vez no podía, tenía hasta miedo al ver la magnitud del hecho y fue ahí que me di cuenta de que no la conocía, eso no se le hace a una verdadera amiga”.
Con la persona equivocada
Agramonte hace una pausa, llora, al recordar que es madre de una niña de siete años de edad, a la que retiró momentáneamente del colegio desde el día en que se hizo público su nombre. “La gente no sabe el daño que puede hacerte, sobre todo con los comentarios morbosos. Tenía miedo de lo que pudieran decirle a mi hija”, interrumpe de nuevo la entrevista, llora, y recuerda el trance que atravesó su madre cuando se dirigía desde Azua a la capital a darle apoyo.
“Mi mamá venía en un autobús y en el trayecto el tema que traían los pasajeros era ese, el de la presentadora a la que le encontraron dólares en su vehículo. Ella escuchó cómo hablaban de su hija de manera despectiva y comenzó a llorar sin poder decir nada, impotente por no poder decirles que no soy el tipo de persona de la que hablaban”.
La presentadora de televisión aclara que su único pecado “fue haber estado en el lugar equivocado, en el momento equivocado y con la persona equivocada”.
escrito por: Escrito por: José Antonio Aybar F.

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