BASE NAVAL DE LA BAHïA DE GUANTãNAMO, Cuba, 26 Oct 2013 (AFP) – Las
denuncias de los cinco acusados por el 11 de septiembre de que fueron
torturados durante su detención indignaron a muchos familiares de los
fallecidos en los atentados en Estados Unidos, que respondieron que sus
seres queridos sufrieron un destino mucho peor.
En las audiencias previas al juicio por los atentados, los abogados de los cinco acusados invocaron la Convención Internacional contra la Tortura y pidieron al juez que se descartara la condena de pena de muerte debido al tratamiento recibido por los detenidos en prisiones secretas de la CIA, la agencia de inteligencia estadounidense.
Pero esos reclamos fueron recibidos con indignación por las cerca de diez personas que se encontraban en la audiencia previa al juicio cuyos familiares murieron en el derrumbe de las torres del World Trade Center en Nueva York, o en los ataques en Pensilvania y contra el Pentágono.
“No estamos aquí para tratar de cambiar Estados Unidos, pero estamos aquí para obtener justicia”, dijo Richard Costanzo, cuya hermana murió el 11 de septiembre de 2001 en el ataque contra el Pentágono (Virginia, este).
“Pero escuchar que se juzga a Estados Unidos en vez de a estos cinco hombres es indignante”, dijo Costanzo.
Jim Jenca, que resultó gravemente herido en el atentado contra las Torres Gemelas, insiste en que también tuvo una experiencia traumática por haber vivido los horrores del 11 de septiembre.
“Tengo más (cicatrices) en mi cuerpo, me torturaron” el 11 de septiembre, dijo Jenca.
Jenca dijo que la estrategia de la defensa desvía la atención de donde debería estar. “Este caso no es sobre cómo han sido tratados (los acusados), este caso trata de la muerte de casi 3.000 personas que fueron asesinadas”, dijo Jenca, haciéndose eco de otras víctimas y sobrevivientes que asistieron al juicio.
El fiscal Clay Trivett argumentó por su parte que el caso trataba “la ejecución sumaria de 2.976 personas”, no la tortura.
Si los acusados sentían que habían sido “maltratados bajo custodia de Estados Unidos” podían presentar una demanda en la Corte federal, sostuvo.
Las autoridades estadounidenses admitieron que uno de los acusados, Jaled Cheij Mohamed, fue sometido 183 veces a episodios de ‘submarino’ (inmersión al punto de la asfixia) durante los interrogatorios de la CIA.
Su sobrino, Ali Abd al-Aziz Ali, también conocido como Ammar al-Baluchi, quien supuestamente organizó la financiación de la operación, al parecer sufrió una herida en la cabeza mientras estaba bajo custodia de la agencia estadounidense, según reveló un informe médico presentado esta semana por la defensa.
Y los abogados de dos de los otros tres acusados dijeron que sus clientes también fueron torturados antes de ser trasladados a Guantánamo en septiembre de 2006, aunque no pudieron proporcionar detalles adicionales porque toda la información relativa a los cinco hombres es clasificada.
Cheryl Bormann, el abogado de uno de los acusados , dijo que exigir que se mantenga en secreto es una estrategia de persecución deliberada para no tener que hablar de la supuesta tortura.
“Estamos frente a esta comisión militar únicamente porque el gobierno de Estados Unidos quiere ocultar la evidencia de tortura”, dijo.
El debido proceso
Otro abogado defensor, James Connell, reconoció que los familiares de las víctimas del 11-S “sufrieron una pérdida terrible”, pero insistió en que el comportamiento del gobierno es profundamente erróneo.
“Si la opinión pública supiera toda la historia, surgirían todos los baches del relato del gobierno”, dijo.
“Este es el caso de la muerte de 3.000 personas y el trauma de una nación”, dijo Connell. “También es el caso sobre la posterior traición a nuestros ideales, en respuesta a este trauma”.
“La reacción natural, humana, comprensible de las familias, no significa que no tenga que funcionar el debido proceso”, agregó.
Los abogados defensores exhortaron al presidente Barack Obama a desclasificar el programa que permitió el funcionamiento de las cárceles secretas de la CIA, donde los cinco hombres fueron encarcelados durante tres años y sometidos a cuestionables prácticas durante los duros interrogatorios.
Pidieron además que se les permitiera presentar imágenes de los tobillos y las muñecas de sus clientes para mostrar los signos de tortura.
La solicitud fue objeto de burla de los miembros de las familias de víctimas presentes en la audiencia.
“No puedo mostrar la muñeca de mi hermana, porque no pude hallar su muñeca”, dijo Costanzo.
En las audiencias previas al juicio por los atentados, los abogados de los cinco acusados invocaron la Convención Internacional contra la Tortura y pidieron al juez que se descartara la condena de pena de muerte debido al tratamiento recibido por los detenidos en prisiones secretas de la CIA, la agencia de inteligencia estadounidense.
Pero esos reclamos fueron recibidos con indignación por las cerca de diez personas que se encontraban en la audiencia previa al juicio cuyos familiares murieron en el derrumbe de las torres del World Trade Center en Nueva York, o en los ataques en Pensilvania y contra el Pentágono.
“No estamos aquí para tratar de cambiar Estados Unidos, pero estamos aquí para obtener justicia”, dijo Richard Costanzo, cuya hermana murió el 11 de septiembre de 2001 en el ataque contra el Pentágono (Virginia, este).
“Pero escuchar que se juzga a Estados Unidos en vez de a estos cinco hombres es indignante”, dijo Costanzo.
Jim Jenca, que resultó gravemente herido en el atentado contra las Torres Gemelas, insiste en que también tuvo una experiencia traumática por haber vivido los horrores del 11 de septiembre.
“Tengo más (cicatrices) en mi cuerpo, me torturaron” el 11 de septiembre, dijo Jenca.
Jenca dijo que la estrategia de la defensa desvía la atención de donde debería estar. “Este caso no es sobre cómo han sido tratados (los acusados), este caso trata de la muerte de casi 3.000 personas que fueron asesinadas”, dijo Jenca, haciéndose eco de otras víctimas y sobrevivientes que asistieron al juicio.
El fiscal Clay Trivett argumentó por su parte que el caso trataba “la ejecución sumaria de 2.976 personas”, no la tortura.
Si los acusados sentían que habían sido “maltratados bajo custodia de Estados Unidos” podían presentar una demanda en la Corte federal, sostuvo.
Las autoridades estadounidenses admitieron que uno de los acusados, Jaled Cheij Mohamed, fue sometido 183 veces a episodios de ‘submarino’ (inmersión al punto de la asfixia) durante los interrogatorios de la CIA.
Su sobrino, Ali Abd al-Aziz Ali, también conocido como Ammar al-Baluchi, quien supuestamente organizó la financiación de la operación, al parecer sufrió una herida en la cabeza mientras estaba bajo custodia de la agencia estadounidense, según reveló un informe médico presentado esta semana por la defensa.
Y los abogados de dos de los otros tres acusados dijeron que sus clientes también fueron torturados antes de ser trasladados a Guantánamo en septiembre de 2006, aunque no pudieron proporcionar detalles adicionales porque toda la información relativa a los cinco hombres es clasificada.
Cheryl Bormann, el abogado de uno de los acusados , dijo que exigir que se mantenga en secreto es una estrategia de persecución deliberada para no tener que hablar de la supuesta tortura.
“Estamos frente a esta comisión militar únicamente porque el gobierno de Estados Unidos quiere ocultar la evidencia de tortura”, dijo.
El debido proceso
Otro abogado defensor, James Connell, reconoció que los familiares de las víctimas del 11-S “sufrieron una pérdida terrible”, pero insistió en que el comportamiento del gobierno es profundamente erróneo.
“Si la opinión pública supiera toda la historia, surgirían todos los baches del relato del gobierno”, dijo.
“Este es el caso de la muerte de 3.000 personas y el trauma de una nación”, dijo Connell. “También es el caso sobre la posterior traición a nuestros ideales, en respuesta a este trauma”.
“La reacción natural, humana, comprensible de las familias, no significa que no tenga que funcionar el debido proceso”, agregó.
Los abogados defensores exhortaron al presidente Barack Obama a desclasificar el programa que permitió el funcionamiento de las cárceles secretas de la CIA, donde los cinco hombres fueron encarcelados durante tres años y sometidos a cuestionables prácticas durante los duros interrogatorios.
Pidieron además que se les permitiera presentar imágenes de los tobillos y las muñecas de sus clientes para mostrar los signos de tortura.
La solicitud fue objeto de burla de los miembros de las familias de víctimas presentes en la audiencia.
“No puedo mostrar la muñeca de mi hermana, porque no pude hallar su muñeca”, dijo Costanzo.
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