SANTO DOMINGO. Contra lanzadores derechos (385), con outs (330), en la ruta (280), como tercer bate (237), por el jardín derecho (270), antes del sexto capítulo (311) y en conteo de 1-1 (72). Fueron los escenarios que predominaron para que llegaran la mayor parte de los primeros 500 cuadrangulares de David Ortiz en las Grandes Ligas tras 8,046 turnos al bate y 2,241 partidos.
Cuando Ortiz tenía 27 años su poder era solo conocido en el país con el Escogido y en las ligas menores, el Big Show no se había enterado, según él, porque no tenía luz verde para hacer swing. A esa edad, ya Alex Rodríguez llevaba 345 bambinazos, Albert Pujols 250, Manny Ramírez 198 y Sammy Sosa 176, el otro cuarteto criollo que ha superado la marca de los 500.
A los 27 abriles, en 455 partidos y 1,477 turnos de liga mayor, el que luego sería llamado Big Papi sólo había sacado 58 pelotas del parque vistiendo la franela de Minnesota (1997-2002), y bajo la dirección de un Tom Kelly que no supo explotar el talento que tuvo en sus manos por cinco años.
¿Cómo se convierte en el destrozador de pelotas con números que hoy lo colocan entre inmortales?
“Cuando jugaba para los Mellizos y movía un corredor con un hombre en segunda y sin out era como si conectara un jonrón. La gente te felicitaba en el dugout”, le dijo Ortiz al Boston Globe.
Explica que Kelly, dos veces campeón con el equipo (1987 y 1991), no quería que hiciera swings largos, y cada vez que lo intentaba y se ponchaba, le recriminaba en la cueva. “Entonces, cuando terminaba el año con 10 o 15 jonrones te criticaban. Querían que chocara y que dé jonrones. Así no funciona, un jonronero se va a ponchar, pero cuando encuentre buenos picheos, las cosas pasarán”.
El equipo de la ciudad gemela dejó libre a Ortiz en diciembre de 2002, y Boston lo reclutó, de acuerdo con allegados, por recomendación de Pedro Martínez.
“Algo que nunca olvido es mi primer turno con los Medias Rojas, Grady Little era el dirigente. Era en el campo de entrenamientos. Me enfrentaba a mi amigo, Kyle Lohse. Había un hombre en segunda, sin out. Me tiró una (recta) alta de dos costuras en la zona de bateadores derechos. Salí a buscar el pitcheo, me hice out con un rodado a segunda, y moví el corredor”, dijo Ortiz.
“Cuando llegué al dugout, nadie me felicitó. Grady Little me esperaba. Me dijo, ‘la próxima vez no espero que lo mueva (al corredor). Espero que lo remolques’. Cuando me dijo eso, él no tenía idea del monstruo que despertó. Despertó el monstruo que yo sabía podía ser”, explicó el bateador designado con más batazos de cuatro bases en la historia (444).
Fue cuestión de dos meses para que el criado entre el sector Evaristo Morales y Haina encontrara su espacio entre un grupo que se peleaba los puestos de la inicial y de bateador designado, como Bill Mueller, Jeremy Giambi, Shea Hillenbrand y Kevin Millar.
Sus 140 cuadrangulares para igualar partidos y sus 12 en entradas extras agigantan su figura, ya de leyenda por lo que ha hecho en postemporada (.295, 17 HR y 60 CE). “Sólo me pagan por jugar nueve entradas”, acostumbra bromear Ortiz cuando se le aborda por su efectividad en la parte final de los partidos.
Toronto (59), Tampa Bay (48) y Yanquis (47) han sido las principales víctimas de esta mole, que a 65 días de llegar a los 40 años se desconoce su fecha de caducidad.
Sólo Bartolo Colón y A-Rod están activos entre los dominicanos que estaban en la MLB el año que Ortiz debutó.
Innegociable con una rutina de trabajo que dice haber aprendido de Manny Ramírez, y que se prolonga a la temporada muerta (noviembre-febrero). El otro factor al que Ortiz atribuye su éxito es al tiempo que pasa frente a las pantallas de vídeos estudiando su swing y a los lanzadores.
Consigue la pelota
Un fanático utilizando un jersey de los Orioles de Baltimore que se encontraba en el Tropicana Field el sábado, y atrapó el jonrón 500 de Ortiz devolvió la bola al jugador, a cambio de “un muy buen paquete”, de acuerdo con Ortiz.
NPerez@diariolibre.com
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