Un enajenado mental que recorría las calles en de San Francisco de Macoris se subió a la estatua de Duarte y empezó a practicarle movimientos de sexo sobre la estatua ante la mirada atónitas de transeúntes y otros que se dedicaron a grabarle.
Algunos lo tomaron con gracias y se reían pero otros lo tomaron con rabia y decían que eso solo pasaba aquí.
Algunos lo tomaron con gracias y se reían pero otros lo tomaron con rabia y decían que eso solo pasaba aquí.
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