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domingo, 1 de mayo de 2016

EEUU desplegará robots para ayudar en la toma de decisiones en combate

El Pentágono piensa que la tecnología les puede dar la ventaja a sus soldados en el campo de batalla.
El uso por parte del ejército estadounidense de la inteligencia artificial y la robótica avanzada no incluirá la creación de robots semejantes al “Terminator”, según informó el vicesecretario del Pentágono, conforme aumentan las preocupaciones acerca del papel que la inteligencia artificial debe desempeñar en la guerra moderna.
Los estrategas militares están buscando maneras de utilizar las máquinas para ayudar a los seres humanos a tomar decisiones más rápidas en el campo de batalla, dijo Robert Work, vicesecretario de defensa.
“Utilizaremos la inteligencia artificial porque ayuda a los humanos a tomar mejores decisiones”, dijo el Sr. Work.
Las inversiones de miles de millones de dólares del Pentágono en armas de alta tecnología lo han puesto en el centro de un debate mundial sobre el uso de la inteligencia artificial y los robots autónomos en la guerra. En el marco de dicho debate, el tecnólogo Elon Musk ha advertido que la inteligencia artificial es “potencialmente más peligrosa que las armas nucleares”.
El año pasado más de 1,000 de las personas más conocidas de la ciencia y la tecnología — incluyendo el cosmólogo Stephen Hawking y el Sr. Musk — firmaron una carta abierta pidiendo una prohibición mundial de “robots asesinos”, a raíz de las preocupaciones de que podría desencadenarse una carrera armamentista internacional.
El Sr. Work está liderando la iniciativa del Pentágono hacia campos como la inteligencia artificial y la robótica, con lo cual el ejército estadounidense espera mantener su ventaja tecnológica sobre China y Rusia durante otra generación.
En un foro de seguridad nacional en diciembre pasado, el Sr. Work expresó preocupaciones por parte de EEUU acerca de la rapidez de la evolución de la inteligencia artificial en China y Rusia, diciendo que el ejército ruso se estaba “preparando para luchar en un campo de batalla robotizado”.
Las inversiones estadounidenses incluyen una gama de aviones, barcos y submarinos no tripulados que tendrán un mayor nivel de autonomía. El Pentágono también está analizando supercomputadoras que pueden procesar gigabytes de datos en busca de inteligencia y para vigilar a posibles adversarios.
“Lo que más les preocupa a las personas como Elon Musk es que una máquina comience a pensar por sí misma”, dijo. “Aún estamos muy lejos de eso”.
El general Paul Selva, vicepresidente del Estado Mayor Conjunto de EEUU, dijo que tenía que haber un “cortafuegos” entre una máquina que pueda procesar cantidades masivas de datos para ayudar a tomar una decisión y una que tome decisiones sobre el uso de la fuerza.
“Como ser humano me incomoda mucho que construyamos una máquina que pueda tomar decisiones acerca del uso de fuerza letal”, dijo.
El Sr. Work dijo que los únicos usos probables de las máquinas totalmente autónomas eran la defensa, como en las baterías de misiles programados para responder a los misiles lanzados, y los programas informáticos que reaccionan a las señales de un ataque cibernético.
Las computadoras más poderosas podrían permitirle al Pentágono captar pequeños movimientos de tropas o armas de los adversarios. “Mediante el análisis de los medios sociales y los reportes de las personas, las máquinas podrían advertirnos por adelantado”, dijo el Sr. Work.
Uno de los dilemas que enfrenta el ejército estadounidense con sus nuevas armas de alta tecnología es cómo establecer el principio de la disuasión con capacidades que son secretas en gran medida y cuyo impacto podría menguar si se revelan. El Pentágono ha comenzado a revelar algunas de sus capacidades, hablando abiertamente sobre realizar operaciones de guerra cibernética contra el Estado Islámico y mostrando algunos de sus submarinos no tripulados.
“Vamos a tener que tomar decisiones deliberadas para ocultar las capacidades más importantes”, dijo el general Selva, “pero a la vez dejarles muy claro a nuestros adversarios que tenemos una ventaja convencional”.
Por Geoff Dyer (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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