Un Super size me al revés. Así se podría contar en seis palabras el experimento que la productora holandesa LifeHunters ha llevado a cabo en su último vídeo, que ya cuenta con casi tres millones y medio de visionados en YouTube. En vez de alimentarse en exclusiva de hamburguesas de Burger King como en aquella película, el protagonista de Guy gives up added sugar and alcohol for 1 month toma el camino contrario, abandonando tres pilares de la comida insana -el azúcar añadido presente en cientos de alimentos industriales, el alcohol y la comida basura- para pasar un mes entero practicando la santidad nutricional.
En su primera semana a base de verduras, fruta y otros productos frescos no procesados, Sacha Harland está de mal humor y tiene hambre todo el rato. Parecer sufrir un minimono y se muere por una hamburguesaza. Como cualquier persona que pasea por una ciudad occidental, es constantemente incitado a comprar refrescos azucarados allá donde va. Sin embargo, tras 25 días de dieta sana empieza a sentir los efectos beneficiosos de su ayuno de azúcar añadido y alcohol. Le cuesta menos despertarse y siente que tiene más energía. El balance final del proceso le deja con cuatro kilos menos, un colesterol reducido en un 8% y una presión sanguínea 10 puntos menor.
“Desde el momento en que es cada vez más difícil comer comida saludable, queríamos saber cómo se siente una persona que renuncia al azúcar, el alcohol y los aditivos durante un mes”, explica Erik Hensel, uno de los responsables de LifeHunters. “Los efectos físicos y psicológicos fueron extraños. Después de la prueba, él está mucho más concienciado de lo que come. Pero desde que ha dejado de tomar sólo productos frescos y ha vuelto a consumir cosas con azúcar, le cuesta más dormir y tiene menos energía”.
Los autores, que ya consiguieron un gran éxito viral con otro vídeo en el que hacían pasar productos de McDonald’s por comida ecológica en una feria gastronómica, no pretenden que la prueba se vea como un experimento científico, sino alertar sobre lo que comemos y las consecuencias en nuestro organismo de la presencia de azúcar añadido en muchos productos de supermercado, desde las bebidas (10 terrones en un solo ice tea) hasta las salsas (6 en un bote de tomate) pasando por los lácteos o los embutidos.
¿Nos pasaría lo mismo al resto de los humanos si siguiéramos el camino de Sasha? “La verdad, creo que no”, asegura la dietista-nutricionista Lucía Martínez, autora del blog Dime Qué Comes. “Ese sentirse tan cansado, como enfermo, me parece un pelín exagerado. Sabemos que deja de tomar azúcar y alcohol pero no conocemos al detalle qué dieta sigue: quizá es pobre, poco adecuada o hipocalórica (de hecho pierde varios kilos), y se siente mal por eso”.
Sin embargo, Martínez considera que los efectos del abandono del azúcar y el alcohol son beneficiosos, siempre dentro de una dieta saludable. “Es probable que baje la glucemia en ayunas, la insulinemia, que aumente la sensibilidad a la insulina, especialmente si se acompaña de actividad física, que bajen los trigliceridos, que mejore la función hepática (si el consumo de alcohol era diario), etc. Y probablemente se reduzca el peso, si eran productos añadidos a la dieta habitual y de consumo muy frecuente”.
El también nutricionista Aitor Sánchez García, responsable de Mi Dieta Cojea, coincide en señalar las virtudes de dejar el azúcar y el alcohol. “Son calorías vacías y se asocian con numerosas enfermedades y patologías. Dejarlos es el inicio de cualquier tratamiento que intente alcanzar objetivos que en líneas generales sean acordes a la ‘vida saludable". También señala que hay cierta lógica en el ligero mono que padece el protagonista, y que muchos hemos sentido alguna vez cuando llevamos tiempo sin zamparnos un dulce: “Lo de necesitar al principio y luego que se pase es esperable. Al principio los canales de recompensa cerebrales están acostumbrados a tener más estímulo por el azúcar, hay una especie de síndrome de abstinencia que pasa cuando los umbrales de sabor se acostumbran a sabores no tan dulces”.
Ambos expertos piensan que el vídeo contiene mensajes acertados, pero mezcla demasiadas cosas. “Mete en el mismo saco alcohol, azúcar y números E. Claramente es un argumento quimiofóbico, en lugar de apuntar al aditivo como culpable, debería hacerlo al producto ultraprocesado. Algunos conceptos dietéticos son extraños, como lo de que ‘el azúcar quiere vitaminas, y te hace estar más cansado", critica Sánchez García. “Lo veo algo sensacionalista”, añade Martínez, “y no muy bien planteado: no sé qué pintan los aditivos. Tampoco creo que esa sensación de que para ser saludable hay que beber batidos verduzcos y comer solo lechuga anime mucho a la gente a plantearse un cambio de hábitos”.
En su primera semana a base de verduras, fruta y otros productos frescos no procesados, Sacha Harland está de mal humor y tiene hambre todo el rato. Parecer sufrir un minimono y se muere por una hamburguesaza. Como cualquier persona que pasea por una ciudad occidental, es constantemente incitado a comprar refrescos azucarados allá donde va. Sin embargo, tras 25 días de dieta sana empieza a sentir los efectos beneficiosos de su ayuno de azúcar añadido y alcohol. Le cuesta menos despertarse y siente que tiene más energía. El balance final del proceso le deja con cuatro kilos menos, un colesterol reducido en un 8% y una presión sanguínea 10 puntos menor.
“Desde el momento en que es cada vez más difícil comer comida saludable, queríamos saber cómo se siente una persona que renuncia al azúcar, el alcohol y los aditivos durante un mes”, explica Erik Hensel, uno de los responsables de LifeHunters. “Los efectos físicos y psicológicos fueron extraños. Después de la prueba, él está mucho más concienciado de lo que come. Pero desde que ha dejado de tomar sólo productos frescos y ha vuelto a consumir cosas con azúcar, le cuesta más dormir y tiene menos energía”.
Los autores, que ya consiguieron un gran éxito viral con otro vídeo en el que hacían pasar productos de McDonald’s por comida ecológica en una feria gastronómica, no pretenden que la prueba se vea como un experimento científico, sino alertar sobre lo que comemos y las consecuencias en nuestro organismo de la presencia de azúcar añadido en muchos productos de supermercado, desde las bebidas (10 terrones en un solo ice tea) hasta las salsas (6 en un bote de tomate) pasando por los lácteos o los embutidos.
¿Nos pasaría lo mismo al resto de los humanos si siguiéramos el camino de Sasha? “La verdad, creo que no”, asegura la dietista-nutricionista Lucía Martínez, autora del blog Dime Qué Comes. “Ese sentirse tan cansado, como enfermo, me parece un pelín exagerado. Sabemos que deja de tomar azúcar y alcohol pero no conocemos al detalle qué dieta sigue: quizá es pobre, poco adecuada o hipocalórica (de hecho pierde varios kilos), y se siente mal por eso”.
Sin embargo, Martínez considera que los efectos del abandono del azúcar y el alcohol son beneficiosos, siempre dentro de una dieta saludable. “Es probable que baje la glucemia en ayunas, la insulinemia, que aumente la sensibilidad a la insulina, especialmente si se acompaña de actividad física, que bajen los trigliceridos, que mejore la función hepática (si el consumo de alcohol era diario), etc. Y probablemente se reduzca el peso, si eran productos añadidos a la dieta habitual y de consumo muy frecuente”.
El también nutricionista Aitor Sánchez García, responsable de Mi Dieta Cojea, coincide en señalar las virtudes de dejar el azúcar y el alcohol. “Son calorías vacías y se asocian con numerosas enfermedades y patologías. Dejarlos es el inicio de cualquier tratamiento que intente alcanzar objetivos que en líneas generales sean acordes a la ‘vida saludable". También señala que hay cierta lógica en el ligero mono que padece el protagonista, y que muchos hemos sentido alguna vez cuando llevamos tiempo sin zamparnos un dulce: “Lo de necesitar al principio y luego que se pase es esperable. Al principio los canales de recompensa cerebrales están acostumbrados a tener más estímulo por el azúcar, hay una especie de síndrome de abstinencia que pasa cuando los umbrales de sabor se acostumbran a sabores no tan dulces”.
Ambos expertos piensan que el vídeo contiene mensajes acertados, pero mezcla demasiadas cosas. “Mete en el mismo saco alcohol, azúcar y números E. Claramente es un argumento quimiofóbico, en lugar de apuntar al aditivo como culpable, debería hacerlo al producto ultraprocesado. Algunos conceptos dietéticos son extraños, como lo de que ‘el azúcar quiere vitaminas, y te hace estar más cansado", critica Sánchez García. “Lo veo algo sensacionalista”, añade Martínez, “y no muy bien planteado: no sé qué pintan los aditivos. Tampoco creo que esa sensación de que para ser saludable hay que beber batidos verduzcos y comer solo lechuga anime mucho a la gente a plantearse un cambio de hábitos”.
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