CARACAS.- Un nuevo lema que está apareciendo en camisetas y pancartas de los manifestantes antigubernamentales en Venezuela sintetiza un estado de ánimo que se acrecienta cada vez más acerca de la gestión del presidente Hugo Chávez después de 11 años en el poder: "Chávez, 'tas ponchao".
En la jerga del béisbol, un bateador con cuenta de tres strikes es retirado o ponchado. La expresión entre los venezolanos, que guardan una profunda pasión por este deporte, denota a una persona en un contexto negativo.
La lista de "strikes" contra Chávez sigue creciendo: La tasa de inflación más alta de América Latina, apagones crecientes, el auge de la delincuencia violenta y un escándalo financiero en el cual hay involucrados banqueros cercanos al gobierno.
La Revolución Bolivariana —como Chávez llama a su proyecto político socialista, que según él está inspirado en prócer de la independencia sudamericana Simón Bolívar— se encuentra debilitado y avanza con dificultad.
Aunque Chávez mantiene vínculos estrechos con un bloque de gobiernos de izquierda desde Bolivia a Nicaragua, muchos latinoamericanos no creen que ese modelo populista financiado con petróleo sea viable.
Entre los venezolanos, la popularidad de Chávez cayó por debajo de 50% en las encuestas de fines del año pasado.
El lema de protesta 'tas ponchao" apareció recientemente en estandartes durante juegos del béisbol venezolano, que el propio Chávez sigue de cerca, y se extendió a señales y camisetas durante protestas callejeras.
La semana pasada, miles de manifestantes fustigaron al gobierno por retirar la señal del servicio de cable a Radio Caracas Televisión Internacional (RCTV), un canal crítico de Chávez. Enfrentamientos posteriores, en los que participaron policías antidisturbios, partidarios gubernamentales y estudiantes opositores de Chávez, dejaron dos jóvenes muertos.
También la semana pasada, el vicepresidente ejecutivo y ministro de Defensa, Ramón Carrizales, renunció, citando razones personales.
Los controles económicos estatales, en tanto, han fracasado en contener la inflación de 25%, que mina rápidamente los ingresos de los pobres, quienes han sido el núcleo de su respaldo político. Chávez devaluó la moneda durante enero, un ajuste que permitió al gobierno impulsar el gasto público, pero que impulsará a aun más el alza de precios.
Para contrarrestar esta situación, Chávez ha desplegado inspectores y soldados para comprobar y amenazar con expropiar a cualquier empresa que incurra en la manipulación de precios. Algunas han sido cerradas temporalmente. Recientemente, el gobierno se apoderó de la cadena de hipermercados Exito y decenas de supermercados que tienen como accionista mayoritario al grupo Casino, de Francia.
Los adversarios de Chávez dicen que tales medidas sólo desalentaran aún más la inversión privada, que cayó un 7,6% el año pasado en medio de la nacionalización de bancos, empresas procesadoras de café y empresas de servicios del sector petrolero.
Los críticos también denunciaron un escándalo bancario que se desencadenó en noviembre en la que fueron detenidos varios banqueros con vínculos cercanos con el gobierno, acusados de delitos financieros.
Otros problemas que pesan sobre Chávez incluyen:
— La red eléctrica, que depende en su mayoría de las centrales hidroeléctricas, corre el riesgo de un colapso devastador en momentos que la sequía ha reducido los embalses a niveles precarios. El gobierno ha impuesto el racionamiento de la electricidad, pero Chávez suspendió los apagones intencionales que se produjeron en Caracas, tras las quejas de errores en su aplicación, pues incluyeron cortes en hospitales y semáforos.
— La declinación de la producción petrolera es consecuencia, en parte, según los expertos, de una inversión insuficiente y una gestión incapaz.
— Un índice de criminalidad tan alarmante que la policía ya no publica cifras completas de homicidios. Los venezolanos siempre citan la inseguridad como la primera de sus preocupaciones. El gobierno informó de 12.257 homicidios en los primeros 11 meses de 2009, poniendo a Venezuela entre los países más violentos de América Latina.
Sus críticos afirman que Chávez reconoce que está en un aprieto, al explicar su actitud cada vez más provocadora hacia la oposición, a la que aparentemente ve como una amenaza creciente. Sostienen que el gobernante teme la posibilidad de perder el control de la Asamblea Nacional en las elecciones previstas para septiembre.
En otras partes de América Latina, Chávez es también muy impopular. Una encuesta realizada en toda la región el año pasado por la firma Latinobarómetro, con sede en Chile, encontró que sólo 27% de los encuestados tenía una opinión favorable de Chávez.
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