Las autoridades de Japón elevaron hoy a casi 1.600 los muertos por el terremoto y posterior tsunami del viernes, mientras se sigue sin localizar a más de 10.000 personas atrapadas bajo los escombros o mar adentro por la ola gigante.
En las últimas horas, un total de 643 muertes fueron confirmadas en la provincia de Miyagi, la más devastadas por el seísmo en el noreste del país, con lo que el total se sitúa ahora en 1.596 víctimas mortales, según la televisión NHK.
Localidades costeras como Minami-Sanriku han visto prácticamente todos sus edificios destruidos.
En otros núcleos urbanos, como la ciudad de Sendai, continúan apareciendo cuerpos sin vida en las playas y la labor de los equipos de rescate se ve dificultada por las constantes réplicas y la magnitud de la devastación causada el terremoto de 9 grados de magnitud en la escala abierta Richter.
Las autoridades locales también buscan a más de mil vecinos de los que no se tiene noticias desde el viernes en la provincia de Fukushima, donde existe peligro de contaminación radiactiva por una posible fuga en una central nuclear a causa de una explosión.
Casi 400.000 habitantes han sido evacuados, 100.000 militares y socorristas de 70 países trabajan para llevar ayuda a las víctimas y el primer ministro nipón, Naoto Kan, calificó el desastre como el peor para Japón desde la II Guerra Mundial.
Kan anunció ayer que el Gobierno autorizará a dos compañías eléctricas a efectuar a partir de esta mañana cortes rotatorios de luz para garantizar el suministro en las áreas afectadas.
Esas interrupciones del servicio paralizarán a parte de la economía, sobre todo la industria automovilística, el motor de la economía japonesa, la tercera del mundo.
La Agencia Meteorológica de Japón indicó anoche que hay un 70 por ciento de posibilidades de que en los próximos tres días ocurran réplicas de hasta 7 grados, y varias embajadas recomendaron a sus ciudadanos no viajar al país.
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