Un equipo de investigadores ha logrado por primera vez monitorizar el cerebro de un embrión de pollo y ha demostrado que la actividad cerebral superior, que permite la ejecución de tareas complejas, comienza mucho antes de la eclosión del huevo. En el estudio, que se publica en la prestigiosa revista Current Biology, participan investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).
En sus experimentos, los científicos obtuvieron imágenes tridimensionales con ayuda de tomografía computerizada de rayos X (TC) y técnicas de imagen funcional de emisión de positrones (PET) para analizar cómo reaccionaba el embrión de pollo al exponerlo a un sonido que tendrá un significado cuando nazca (por ejemplo, el de una gallina que alerta de un peligro). Y observaron que, en efecto, la actividad aumentaba y el cerebro del pollo se “despertaba”, es decir, pasaba de un estado de sueño a uno de vigilia, en especial en la fase final del desarrollo embrionario (el 20% final). Sin embargo, han comprobado que no ocurre lo mismo cuando el sonido es un ruido muy similar pero sin significado para el pollo.
Estos hallazgos tienen implicaciones tanto para el avance en la comprensión del desarrollo del cerebro del pollo como para el de los fetos humanos. Hasta ahora, los pediatras se cuestionan todavía los efectos que puedan tener estímulos externos -como la música- sobre un cerebro aún en formación. La nueva demostración de que el cerebro de las aves es capaz de reconocer un estímulo externo y despertarse mucho antes de lo que se pensaba, indican que en el cerebro del embrión ya se están desarrollando circuitos capaces de monitorizar el entorno de igual manera que lo hace un cerebro adulto, según concluyen los científicos. "Por primera vez hemos diseñado un procedimiento por el cual podemos observar y medir los cambios de actividad cerebral del embrión oscilando entre fases de sueño y vigilia sin interferir con su desarrollo normal", apunta Juan José Vaquero, del Departamento de Bioingeniería de la UC3M.
En sus experimentos, los científicos obtuvieron imágenes tridimensionales con ayuda de tomografía computerizada de rayos X (TC) y técnicas de imagen funcional de emisión de positrones (PET) para analizar cómo reaccionaba el embrión de pollo al exponerlo a un sonido que tendrá un significado cuando nazca (por ejemplo, el de una gallina que alerta de un peligro). Y observaron que, en efecto, la actividad aumentaba y el cerebro del pollo se “despertaba”, es decir, pasaba de un estado de sueño a uno de vigilia, en especial en la fase final del desarrollo embrionario (el 20% final). Sin embargo, han comprobado que no ocurre lo mismo cuando el sonido es un ruido muy similar pero sin significado para el pollo.
Estos hallazgos tienen implicaciones tanto para el avance en la comprensión del desarrollo del cerebro del pollo como para el de los fetos humanos. Hasta ahora, los pediatras se cuestionan todavía los efectos que puedan tener estímulos externos -como la música- sobre un cerebro aún en formación. La nueva demostración de que el cerebro de las aves es capaz de reconocer un estímulo externo y despertarse mucho antes de lo que se pensaba, indican que en el cerebro del embrión ya se están desarrollando circuitos capaces de monitorizar el entorno de igual manera que lo hace un cerebro adulto, según concluyen los científicos. "Por primera vez hemos diseñado un procedimiento por el cual podemos observar y medir los cambios de actividad cerebral del embrión oscilando entre fases de sueño y vigilia sin interferir con su desarrollo normal", apunta Juan José Vaquero, del Departamento de Bioingeniería de la UC3M.
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