NUEVA YORK, 01 Jun 2013 (AFP) - Apple se juega su
reputación en un juicio que comienza este lunes en Estados Unidos y por
el cual debe responder por su participación en un cártel formado con
cinco grandes editoriales para aumentar el precio de los libros
electrónicos en detrimento de los consumidores. El grupo informático
estará solo en el banquillo de los acusados de un tribunal de Nueva
York, en un juicio cuyos alegatos finales están previstos para el 20 de
junio.
Las cinco editoriales involucradas - la francesa Hachette, las estadounidenses HarperCollins (News Corp.) y Simon & Schuster (CBS), la británica Penguin (Pearson) y una filial de la alemana Bertelsmann, Macmillan - resolvieron el asunto amistosamente, acordando cambiar sus prácticas y pagando un total de unos 170 millones de dólares en multas y compensaciones.
También obtuvieron cargos similares en Europa, cuando en diciembre finalizó una investigación en ese sentido, luego de la cual las editoriales se comprometieron a cambiar sus prácticas.
Apple, sin embargo, se niega a transigir.
"No hemos hecho nada malo" y "vamos a pelear", dijo el martes pasado su jefe, Tim Cook.
Una condena abriría la puerta a las reclamaciones de indemnización. Pero Apple está menos preocupada por tener que pagar compensaciones que por proteger su reputación, ya empañada en Estados Unidos tras acusaciones de evasión fiscal, y por el riesgo de ver a terceros interferir en la gestión de sus actividades, las cuales mantiene en un máximo secreto.
El mercado de libros electrónicos ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años, alcanzando el 23% de las ventas de la industria editorial en Estados Unidos en 2012, o sea unos 1.600 millones de dólares, según datos del sector.
Apple ingresó a ese mercado en 2009, cuando lanzó su tableta iPad. Sin embargo, la acusación señala un acuerdo de fijación de precios que se remonta a 2008, motivado por el deseo de romper la influencia de Amazon.
"Un mosaico de evidencias ambiguas"
El minorista en línea Amazon se ha quedado con la mayor parte del mercado de los libros digitales con su lector de libros electrónicos Kindle, lanzado el año anterior y con el que vendía la mayor parte de sus títulos en 9,99 dólares.
Los editores, que consideraban el precio demasiado bajo y peligroso para sus márgenes de ganancia, reaccionaron. La acusación menciona intercambios por teléfono y correo electrónico, así como reuniones discretas entre sus dirigentes en septiembre de 2008, en salones privados de elegantes restaurantes de Manhattan.
Apple empezó a tallar en el tema recién al año siguiente, antes del lanzamiento de su iPad, pero es acusado de haber tenido un papel central en la coordinación de los esfuerzos de las editoriales para cambiar el modelo de comercialización de los libros electrónicos.
Los minoristas, con Amazon a la cabeza, pagaban hasta entonces un precio al por mayor y libremente elegían a cuánto vendían las obras.
El cartel logró generalizar otro modelo, donde los editores fijaban los precios y los revendedores recibían una comisión, del 30% en el caso de Apple.
Impuesto a todos los comerciantes, este modelo llevó los precios a niveles "previstos en los acuerdos con Apple, por lo general a 12,99 y 14,99 dólares" cada título, señala la parte acusadora en el juicio.
Alega además que Apple sabía que los compradores se verían perjudicados. Su antiguo jefe, Steve Jobs, habría indicado a los editores: "Vamos a ir hacia un modelo (...) donde ustedes fijan el precio y nosotros tenemos nuestro 30% y donde, sí, el consumidor paga un poco más".
En un artículo que resume su defensa, enviado a la justicia el 16 de mayo, Apple invoca "conclusiones no razonables a partir de un mosaico de evidencias ambiguas".
La empresa asegura no haber "conspirado", sino "actuado de forma independiente para alcanzar sus propios objetivos legítimos". Incluso afirma haber trabajado en favor de la competencia, por ser el primero en poner realmente en tela de juicio el dominio de Amazon.
Las cinco editoriales involucradas - la francesa Hachette, las estadounidenses HarperCollins (News Corp.) y Simon & Schuster (CBS), la británica Penguin (Pearson) y una filial de la alemana Bertelsmann, Macmillan - resolvieron el asunto amistosamente, acordando cambiar sus prácticas y pagando un total de unos 170 millones de dólares en multas y compensaciones.
También obtuvieron cargos similares en Europa, cuando en diciembre finalizó una investigación en ese sentido, luego de la cual las editoriales se comprometieron a cambiar sus prácticas.
Apple, sin embargo, se niega a transigir.
"No hemos hecho nada malo" y "vamos a pelear", dijo el martes pasado su jefe, Tim Cook.
Una condena abriría la puerta a las reclamaciones de indemnización. Pero Apple está menos preocupada por tener que pagar compensaciones que por proteger su reputación, ya empañada en Estados Unidos tras acusaciones de evasión fiscal, y por el riesgo de ver a terceros interferir en la gestión de sus actividades, las cuales mantiene en un máximo secreto.
El mercado de libros electrónicos ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años, alcanzando el 23% de las ventas de la industria editorial en Estados Unidos en 2012, o sea unos 1.600 millones de dólares, según datos del sector.
Apple ingresó a ese mercado en 2009, cuando lanzó su tableta iPad. Sin embargo, la acusación señala un acuerdo de fijación de precios que se remonta a 2008, motivado por el deseo de romper la influencia de Amazon.
"Un mosaico de evidencias ambiguas"
El minorista en línea Amazon se ha quedado con la mayor parte del mercado de los libros digitales con su lector de libros electrónicos Kindle, lanzado el año anterior y con el que vendía la mayor parte de sus títulos en 9,99 dólares.
Los editores, que consideraban el precio demasiado bajo y peligroso para sus márgenes de ganancia, reaccionaron. La acusación menciona intercambios por teléfono y correo electrónico, así como reuniones discretas entre sus dirigentes en septiembre de 2008, en salones privados de elegantes restaurantes de Manhattan.
Apple empezó a tallar en el tema recién al año siguiente, antes del lanzamiento de su iPad, pero es acusado de haber tenido un papel central en la coordinación de los esfuerzos de las editoriales para cambiar el modelo de comercialización de los libros electrónicos.
Los minoristas, con Amazon a la cabeza, pagaban hasta entonces un precio al por mayor y libremente elegían a cuánto vendían las obras.
El cartel logró generalizar otro modelo, donde los editores fijaban los precios y los revendedores recibían una comisión, del 30% en el caso de Apple.
Impuesto a todos los comerciantes, este modelo llevó los precios a niveles "previstos en los acuerdos con Apple, por lo general a 12,99 y 14,99 dólares" cada título, señala la parte acusadora en el juicio.
Alega además que Apple sabía que los compradores se verían perjudicados. Su antiguo jefe, Steve Jobs, habría indicado a los editores: "Vamos a ir hacia un modelo (...) donde ustedes fijan el precio y nosotros tenemos nuestro 30% y donde, sí, el consumidor paga un poco más".
En un artículo que resume su defensa, enviado a la justicia el 16 de mayo, Apple invoca "conclusiones no razonables a partir de un mosaico de evidencias ambiguas".
La empresa asegura no haber "conspirado", sino "actuado de forma independiente para alcanzar sus propios objetivos legítimos". Incluso afirma haber trabajado en favor de la competencia, por ser el primero en poner realmente en tela de juicio el dominio de Amazon.
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