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domingo, 7 de diciembre de 2014

Estudian cópula inversa de las aves

La conducta reproductiva de algunos animales puede llegar a ser verdaderamente asombrosa.
Hace algunos años, los ornitólogos, los especialistas en el estudio de las aves, han venido observando en algunas especies una conducta que si bien no es demasiado común, tampoco es tan infrecuente como para no dedicarle unas cuantas horas de estudio: la llamada cópula inversa o “reverse mounting” en inglés, es decir, que durante la cópula, las hembras son las que montan a los machos.
Para intentar descubrir los secretos de la misma, unos biólogos mexicanos han observado muy de cerca a una de las aves en las que más se repite este fenómeno.
La investigación se ha realizado en algunas parejas de Piquero pardo (Sula leucogaster), un ave pelecaniforme de amplísima distribución en las zonas costeras de prácticamente todo el planeta y con poblaciones en buen estado de conservación en casi todos los sitios donde se encuentra.
Por ello, no fue demasiado difícil para Natalia Gañán, investigadora del Departamento de Ecología Evolutiva de la Universidad Autónoma de México y sus colegas, acceder a estas aves y observar cuidadosamente su conducta sexual en la etapa reproductiva.
Según se ha publicado en la revista Ardeola, que pertenece a la prestigiosa organización internacional SEO/BirdLife, el 12% de las 33 parejas que fueron objeto del seguimiento desarrollaron la conducta de la cópula inversa.
Al comparar estas parejas con el resto que no la mostraba, los científicos descubrieron que las primeras eran manifiestamente más promiscuas que las segundas, ya que tanto las hembras como los machos tendían a ser más infieles a sus parejas que aquellas en las que se desarrollaba la cópula al “estilo tradicional”, es decir, el macho montando a la hembra. Este es el primer estudio que demuestra diferencias en este aspecto.
Sin embargo, la probabilidad de poner huevos entre las parejas en que las hembras montan a los machos y viceversa no fue diferente, y según el estudio es poco probable que en estas aves al menos, la cópula inversa fortalezca los lazos de pareja o favorezca la formación de la misma.
El hecho de asociarse esta misteriosa conducta con una mayor promiscuidad en las aves, podría ser un indicador de la presencia de altos niveles de testosterona en estos individuos que la ejecutan, aunque eso aún está por probar.
Los mismos autores del estudio son conscientes de que quedan muchísimas investigaciones más por hacer al respecto y aunque hemos dado algunos pasos en la resolución del misterio, hay que seguir observando minuciosamente a estas aves para llegar a conclusiones más amplias.

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