William fue referido a terapia tras un intento de suicidio. Tenía poco más de 40 años. Nunca había salido con una mujer, le era imposible confiar en ellas. Mucho menos había tenido ningún contacto sexual.
Tras varias sesiones terapéuticas, fue diagnosticado con el “desorden de aversión sexual”, una condición caracterizada por el rechazo extremo y persistente a todo tipo de contacto genital con otra persona.
“La sola consideración de un acto sexual le genera a la persona asco, repulsión y ansiedad. Se siente amenazada y desarrolla un miedo muy intenso, por eso hace todo lo posible para evitar ese tipo de contacto”, le comenta a BBC Mundo Martin Baggaley, psiquiatra y director médico del centro de salud mental del Sur de Londres y Maudsley, uno de los más importantes del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido.
El trastorno está descrito en el Manual Estadístico de Diagnóstico de Desórdenes Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, y en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud.
Ambos se utilizan como referencia en el mundo de la salud para el diagnóstico de condiciones médicas conocidas y estudiadas.
¿De dónde viene?
Durante el tratamiento al que se sometió, William reveló que su madre era alcohólica, promiscua, que en muchas oportunidades le fue infiel a su padre –quien se quitó la vida cuando William tenía 12 años- y que coqueteaba frecuentemente con sus amigos.
Niña sosteniendo un muñeco
Una de las causas de esta condición es el abuso en la niñez.
En alguna oportunidad, asegura, incluso se le insinuó a su propio hijo.
Su caso fue uno de los analizados en el estudio “Anorexia sexual: informe de 144 pacientes con desórdenes sexuales” realizado por Patrick Carnes, especialista en trastornos sexuales y autor de varios libros relacionados con el tema.
La investigación de Carnes reveló similitudes entre quienes fueron diagnosticados con el “desorden de aversión sexual”, como por ejemplo depresión y abuso de distinta naturaleza.
La aversión que se cataloga como secundaria está relacionada con factores predisponentes que radican en “experiencias traumáticas en la infancia, familias desestructuradas, agresiones en la vida adulta, haber estado expuesto a un sistema educativo y moral muy restrictivo con una visión negativa de la sexualidad, lo que genera miedo y rechazo en la persona”, le explica a BBC Mundo Modesto Rey, médico ginecólogo y portavoz de la Sociedad Española de Contracepción.
Más allá del sexo
Los efectos de esta condición no se limitan al plano sexual.
“Es un problema para quienes lo sufren porque pueden querer establecer relaciones sentimentales duraderas con otras personas, pero no pueden”, le dice a BBC Mundo John Dean, expresidente de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual.
Mujer en el piso amenazada por el puño de un hombre
Algunos especialistas consideran que este trastorno afecta más a mujeres que a hombres.
Y en algunos pacientes, incluso dificulta la realización de funciones sociales básicas, como ilustra el caso de “G”, una mujer de 39 años, quien decidió someterse a terapia en el Centro para el Sexo Saludable, en Estados Unidos, porque a su edad seguía siendo virgen.
La fobia sexual que desarrolló hizo que se aislara de tal manera que empezó a evitar eventos sociales y situaciones en las que pudieran estar presentes hombres. No se preocupaba por su aspecto físico, no se bañaba y utilizaba ropa que estaba rota.
Su aversión se desencadenó porque en la niñez fue víctima de abuso sexual.
Estadísticas y tratamiento
Todos los especialistas consultados señalan que es muy poca la investigación científica y médica que se ha realizado con respecto a esta condición, por eso es difícil tener certeza con respecto al perfil de quienes la padecen.
Sin embargo, Dean indica que “la mayoría de los pacientes que yo he tratado y los casos referidos en la escasa literatura que hay al respecto son mujeres, pero eso no quiere decir que los hombres no puedan sufrir de este trastorno”.
Mujer en terapia
La terapia es la mejor alternativa para tratar la aversión sexual.
Baggaley coincide, y agrega que es probable que el número de personas afectadas por este desorden sea mayor de lo que se cree, “pero las personas sienten mucha vergüenza en este tipo de temas”.
Rey señala que el tratamiento que se debe seguir para ayudar a pacientes con esta condición es conductista.
“Se acerca al sujeto de forma progresiva, y en un principio de manera periférica, a las situaciones que le generan el miedo.
“También se pueden usar terapias cognitivas –prosigue Rey- para que la persona reinterprete la realidad que le genera ansiedad”.
Por su parte, Dean opina que la terapia psicológica es la más efectiva en estos casos.
“No se trata de una condición médica sencilla, superar esta situación requiere mucho trabajo porque es necesario entender el problema y definir los objetivos que la persona quiera lograr en el futuro para poder ayudarla”.
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