NUEVA YORK. Una dominicana que fue violada sexualmente cuando tenía 9 años y cuyo agresor nunca fue arrestado, encabeza una campaña para buscar que la legislatura del Estado modifique una ley que prescribe ese delito después de 5 años.
Ana Wagner, la víctima, hizo la denuncia 23 años más tarde del abuso, por lo que los investigadores no han podido a procesar al acusado.
Wagner, que ahora tiene 35 años, ha expuesto su caso ante los senadores en la Asamblea Estatal de Albany.
Identifica a su abusador como Pedro Reynoso Mota, a quien acusa de penetrarle un dedo mientras ambos estaban en la oficina de su padre, y de continuar abusando de ella años más tarde en su residencia, cuando ella entró a la escuela secundaria.
En su cuenta de Facebook, la dominicana tiene un vídeo en el que aparece con la boca tapada con cinta adhesiva transparente, mostrando carteles hechos por ella en cartulinas, en los que denuncia el abuso.
“Me robaron la inocencia cuando tenía 10 años de edad”, dice uno de los mensajes en la red social.
Agrega que Pedro Reynoso Mota disfruta el abuso y “se ríe de mí y de todos”.
Casada y con varios hijos, Wagner dice que ahora no se siente sola y que ha encontrado a muchas personas que la están respaldando. Junto a ella, otras víctimas, incluyendo un hombre de origen africano, se presentaron también a los legisladores estatales.
Su aparición es parte de otra campaña que lleva a cabo el tabloide Daily News, que apoya el cambio en la ley que prescribe los delitos de violación y abuso sexual en el estado de Nueva York y que expuso la historia de Wagner.
La dominicana, que reside en el condado de Queens, apareció el martes de la semana anterior en un reportaje de portada del periódico.
Las mesas redondas realizadas en la legislatura estatal fueron organizadas por la asambleísta Margaret Markey (demócrata de Queens), que patrocina cambios de la ley.
El abuso contra Wagner ocurrió en Williamsburg, un vecindario de Brooklyn, cuando Reynoso Mota era socio de negocios de su padre.
Wagner dice que el violador la estaba ayudando a hacer copias en la oficina de su padre cuando introdujo la mano debajo del vestido y la penetró con un dedo.
El hombre siguió abusándola años más tarde, cuando ella entró a la escuela secundaria. El abusador sabía que ella estaría sola en su apartamento todos los días, mientras su madre buscaba a sus hermanos menores en la escuela primaria.
Relata que el hombre entraba en el apartamento, le mostraba pornografía y mientras ella estaba sentada en un sillón reclinable.
Relata que estaba consciente de los lazos comerciales y personales de su padre con el violador, por lo que sufría en silencio. Si su padre se enteraba de la verdad, la familia quedaría muy afectada económica y emocionalmente.
Le dijo al Daily News que empezó a despertar cuando comenzó a leer un libro de la biblioteca de la escuela sobre el abuso sexual.
“Empecé a temblar y la monja pensó que estaba sufriendo un coma diabético”, cuenta Wagner.
Las monjas de su escuela la motivaron a decirle a su madre sobre los abusos, pero se sentía demasiado humillada para hablar de los detalles y sólo le dijo a su madre que el hombre se había puesto de “fresco”.
Sostiene que tuvo miedo de contarle a su padre, porque era capaz de asesinar al abusador y hubiera ido a la cárcel y aunque su progenitor terminó la relación de negocios con su agresor, ni él, ni las monjas ni la madre acudieron a la policía a hacer la denuncia.
Años de terapia le ayudaron a entender los vínculos entre su depresión y el abuso sexual, y presentó una querella en la policía de Nueva York en septiembre de 2012.
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