PUNTA CANA. Purpose tour: derroche de luces, mucho efecto especial, bastante fuego artificial, danza todo el tiempo, grititos de las niñas histéricas, público de pie: Justin Bieber mastica un chicle y canta las tres primeras canciones, que pasan rápido: Mark My words; Why are you now; Get use to it.
El campo de golf del Hard Rock Hotel & Casino Punta Cana, acogió unas 10 mil personas. Éxito. SD Concerts ya tiene el próximo artista en fila: Sting, en el salón Filmore, el 13 de mayo. La mancuerna funciona.
Bieber propone I’ll show you, The feeling; Boyfriend; y a guitarra cantó -por primera vez cantó de verdad- Cold water; Love yourself; Fast car, de Tracy Chapman. Antes fue muy mecánico, frío, sin transmitir emociones ni sentimientos.
Regresó la banda, luces azules, Been you, ahí entró nuevamente el cuerpo de baile. Figuras geométricas en las pantallas led. Las imágenes pertenecen casi siempre a la estética de los videojuegos, por momentos futuristas.
Justin Bieber, en bermudas de cuadros blancos y negros, medias y zapatillas blancas, camisetilla blanca y chaqueta de su tour, se mueve entre haces de luz, humos, gritos, efectos. La banda toca el décimo tema, pide que lo acompañen: Company. Constantemente tiene las manos agarrando el short, donde termina la portañuela.
Láser todo el tiempo, y esa vocecita doblada, mientras baila, cuando a veces se le olvida hacer la mímica. No sense. Enjambre de láseres. Se sienta en una de las pasarelas con ganas de lanzarse al público. Se levanta y sigue. Tose. No sense cambia de ritmo tres veces, hasta que la guitarra rockea. Y el drum siempre ahí, marcando. Cuarto cambio de ritmo. Se vuelve lenta y termina.
Segunda mitad del show
De las mejores cosas del show el interesante diseño de imágenes para acompañar los temas. Los varios cambios de ropa y de pasos en las coreografías de las bailarinas, porque danzar, lo que es danzar, se le da mal al Bieber. También en Hold Tight. Muy mecánico, y no goza su performance. Quizás solo cuando lo hizo acústico.
No pressure. Salen los bailarines y una de las muchachas. Él ha abandonado el escenario. La música se dilata más allá de un minuto. Regresa y canta As Long as You Love me.
Bebe agua. Hace Children. Sube a Isabela y María, dos niñas del público, les firma el autógrafo también a Ashley, a Momo, de Japón. Les dedica la canción.
Let me Love you (de DJ Snake). Luego Life us Worth living. Más lenta en tiempo de balada. Otra salida de escena.
Entran todos los bailarines. Cambia de chaqueta. What do you mean? Fuegos artificiales. Baby. Imágenes tipo comics. Pop art. Se sienta de nuevo. Esta es la última, dice y canta Purpose. Se apagan las luces. Piden Sorry. Casi enseguida comienzan los acordes del tema. Salen las bailarinas. Suenan los platos de la grabación electrónica. Luego arranca la banda. Bieber come chicle y canta; sigue la pirotecnia. “I Love you guys. Te amo”, dijo. Más pirotecnia. Esta vez Justin Bieber fue sensato y se portó bien y hasta comunicativo. Y su espectáculo, como quiera, es impactante.
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