Para contactar a esta familia, que vive de la caridad, puede llamar al 829-865-9263
SANTO DOMINGO NORTE. Sumérgida Reyes “vive” junto a sus dos hijos de 10 y 12 años en un cuartucho de hojalata en el barrio Brisa del Ozama que le prestó un vecino , tan pobre como ella, en una destartalada vivienda donde reina la indigencia, pero sobra la esperanza.
La miseria espanta al ver como se consumen varios pedazos de palo en medio de un trío de blockes que utilizan como fogón para cocer lo que pueda aparecer. Un pedazo de yuca con una tajada de aguacate es toda la comida del día, que disfruta otra niña en una cantina.
Sumérgida , sus dos hijos y los dos ancianos con que comparte la casucha, están sumergidos en la miseria, más bien en la indigencia, pero en medio del tétrico panorama hay tesoros: La fe en Dios y la apuesta de dos niños de 10 y 12 años estudiantes meritorios que alimentado por la situación quieren ser “alguien” para ayudar a su madre.
Ella, una mujer enferma de los riñones, vino de Azua acosada por la pobreza porque entendía que en la capital podría mejorar las condiciones de vida de sus hijos, de los que dice son su vida.
“Yo soy enferma, tengo problema en un riñón, vivo enferma... mis hijos se acuestan muchas noches con hambre y eso me da presión. Le pido a Dios que le dé los alimento tengo mucha fe y yo sé que el presidente le daría la casa y mis hijos”.
Habla con orgullo de que su hijo Wilfi Ogando Reyes, de 12 años ha sido estudiante meritorio en tres ocasiones y como prueba muestra una medalla y varios certificados que avalan el mérito. También coloca sobre la cama que comparte con sus hijos un certificado expedido por un centro educativo que le galardona por ser una buena madre.
Wilfi no está en casa, se lo llevan a Azua en las vacaciones para aliviar el hambre, pero como dice su madre él regresará porque está concentrado en terminar sus estudios para ser un escritor y abogado. En una funda tiene varios libros que lee cuyo títulos son: “Mitos Griegos”, de la autoría Mary Pope Osborne; ”Lucas y Lucas”, de Pilar Mateos y “La Biblia: Palabra de Dios o Palabra de Hombres” .
No falta los periódicos viejos porque como dice su madre ambos niño leer todo el día lo que sea.
La niña, Rosmery Ogando Reyes, aunque no es meritoria, también es buena estudiante, pero al hablar del trato que recibe de sus compañeros de aula, sus ojos se anegan: Dice que sus amigos no quieren jugar con ella porque su uniforme siempre huele a humo por el fogón.
“Yo quiero que el Presidente mande... yo no quiero ya vivir así como estoy viviendo, en la escuela se burlan de uno porque huele a humo y no juegan conmigo y que tu quiere estudiar? Yo quiero ser profesora para ayudar a mi mamá”, dice con sus ojos humedecidos.
Rosmery tiene un problema en la garganta que a veces no la deja tragar, pero le pidió a su madre no llevarla a la “Angelita” hospital Robert Reid Cabral, para operarla hasta que terminaran las clases.
Sumérgida cuenta que el año pasado, y luego de la inauguración de una escuela en su barrio a por parte del Presidente Danilo Medina, corrió detrás de la yipeta presidencial y que al ver el mandatario su desesperación mandó a detenerse.
“Le dije que me diera una ayuda, que yo no tenia donde vivir, entonces él me dijo como tú te llama y donde tú vives? y me dijo que le diera la copia de la cédula, pero yo no tenía, le puso las manos en la cabeza a los niños y me dijo. Yo te prometo que ellos van a ser lo que quieren. Yo los voy ayudar, te voy a dar una vivienda, no te la voy a dar de aquí porque están comprometidas”.
Desde entonces no ha podido romper la barrera para llegar hasta el mandatario nueva vez, pero tiene en su mente las palabras comprometida del mandatario.
“Yo estoy luchando para que mis niños no pasen esto que estoy pasando, que estudien para que sean profesionales. Mira a la edad que tienen mis hijo ellos no saben lo que es una Nochebuena, yo nunca le he podido hacer cena en Nochebuena y la niña me dice que todos los niños cenan ese día, menos ellos y los juguetes que tienen son siempre usados”.
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