Los rojos no sólo ven la final que empieza hoy
como la revancha de aquel fatídico 1998-99, sino como el título que
necesitan para recuperar el respeto que perdieron con esa sequía de 18
años, y terminar de bautizar esta época como la "Dinastía Roja".
Los azules llegan reservados, no se consideran favoritos, afrontan el match con humildad, tal como ocurrió en el enfrentamiento de hace 15 años, pero reservando sus gargantas, apelando a la mística para gritar el molestoso lema para el 60% de la afición: ¡Licey, campeón!
La primera final capitaleña en tres lustros enfrenta la regularidad (Escogido) con el sufrimiento (Licey), el que no tuvo problemas para avanzar en ningunas de las etapas contra el que clasificó con el corazón en la boca.
Cuando Juan Francisco disparó el trasatlántico cuadrangular que nunca olvidarán liceístas, aguiluchos y simpatizantes de los Gigantes el sábado, el toletero nacido en Bonao y criado en Villa Altagracia, recorrió las bases encabezando una catarsis que alcanzó a cerca del 40% de los seguidores del béisbol dominicano que se identifican azules, el amo de la simpatía.
Si bien en el terreno, los escarlatas lucen con las piezas necesarias para entregar a su afición el cuarto cetro en cinco años, la oficina que encabeza Moisés Alou quiso forrarse hasta los dientes ante un enemigo que evitó la eliminación dos veces en espacio de 24 horas.
Los rojos tomaron ayer en el sorteo de importados al "come outs" Evan MacLane, y al cerrador Zack Segovia. Los añiles apostaron por el derecho Chris Cody y el utility venezolano Jairo Pérez.
Si bien la rivalidad entre las dos fieras obligadas a convivir en el mismo hogar se ha alimentado con los picos producidos en las décadas de 1950, 60 y 80, la versión 2014 tiene su cuenta pendiente con la final de enero de 1999.
Los favoritos Leones (con David Ortiz, Neifi Pérez, Octavio Dotel y Fernando Tatis) llegaron con la serie igualada a cuatro ganando el partido decisivo 7-6 al noveno con el impecable cerrador Anthony Chávez. Sin embargo, el "Equipito" (con Luis Castillo, Ronnie Belliard, Manny Martínez e Israel Alcántara) dio vuelta al marcador, y se alzó con la corona. Tatis es el único sobreviviente de esa generación.
Pero esta vez es un Escogido acostumbrado a ganar, amparado en el cerebro del "Moise" (Alou), que no sólo lo sacó del desierto como bisoño en oficina, sino que ha acostumbrado a los seguidores del "Rey de la Selva" a no conformarse con otra posición que no sea la primera al final del campeonato.
Tras el cetro de la campaña 2009-2010, ante los Gigantes, los escarlatas sumaron las fajas de la 2011-2012 y 2012-2013, venciendo a las Águilas, la última de ellas de forma contundente con un 5-0.
"Nuestra única confianza aquí es la de creer que podemos ganar, no subestimamos a nadie, hemos trabajado para enfrentar a Águilas, Gigantes o Licey, y buscar la corona es nuestro único objetivo", dijo José Miguel Bonetti, vicepresidente rojo.
La barrida que hizo el equipo en los premios oficiales de la liga, (Jugador Más Valioso, Novato del Año, Lanzador y Dirigente del Año) habla por sí sola de la campaña que busca coronar este conjunto, que debido a sus casi dos décadas sin títulos se alejó en el número de coronas de Águilas y Licey.
Mientras los añiles buscan desempatar con las Cuyayas en el tope de campeonatos con 20, el Escogido buscará su copa 16 desde que comenzó a jugarse esta liga en 1951.
De momento, añiles y amarillos siguen como el plato fuerte de la liga (entre 1993 y 2009 se repartieron 16 de los 17 torneos con 10 para los del Cibao), y los rojos quieren completar una hazaña que les devuelva el respeto. Es lo que buscan desde hoy.
"Cuando al principio de la temporada me preguntaron dónde queríamos estar hoy, la respuesta que di era que en la final, y aquí estamos", dijo Miguel Guerra, presidente del Licey.
Será el primer viaje liceísta a la final desde 2009, cuando se impusieron a los Gigantes con José Offerman en la banca.
NPerez@diariolibre.com
Los azules llegan reservados, no se consideran favoritos, afrontan el match con humildad, tal como ocurrió en el enfrentamiento de hace 15 años, pero reservando sus gargantas, apelando a la mística para gritar el molestoso lema para el 60% de la afición: ¡Licey, campeón!
La primera final capitaleña en tres lustros enfrenta la regularidad (Escogido) con el sufrimiento (Licey), el que no tuvo problemas para avanzar en ningunas de las etapas contra el que clasificó con el corazón en la boca.
Cuando Juan Francisco disparó el trasatlántico cuadrangular que nunca olvidarán liceístas, aguiluchos y simpatizantes de los Gigantes el sábado, el toletero nacido en Bonao y criado en Villa Altagracia, recorrió las bases encabezando una catarsis que alcanzó a cerca del 40% de los seguidores del béisbol dominicano que se identifican azules, el amo de la simpatía.
Si bien en el terreno, los escarlatas lucen con las piezas necesarias para entregar a su afición el cuarto cetro en cinco años, la oficina que encabeza Moisés Alou quiso forrarse hasta los dientes ante un enemigo que evitó la eliminación dos veces en espacio de 24 horas.
Los rojos tomaron ayer en el sorteo de importados al "come outs" Evan MacLane, y al cerrador Zack Segovia. Los añiles apostaron por el derecho Chris Cody y el utility venezolano Jairo Pérez.
Si bien la rivalidad entre las dos fieras obligadas a convivir en el mismo hogar se ha alimentado con los picos producidos en las décadas de 1950, 60 y 80, la versión 2014 tiene su cuenta pendiente con la final de enero de 1999.
Los favoritos Leones (con David Ortiz, Neifi Pérez, Octavio Dotel y Fernando Tatis) llegaron con la serie igualada a cuatro ganando el partido decisivo 7-6 al noveno con el impecable cerrador Anthony Chávez. Sin embargo, el "Equipito" (con Luis Castillo, Ronnie Belliard, Manny Martínez e Israel Alcántara) dio vuelta al marcador, y se alzó con la corona. Tatis es el único sobreviviente de esa generación.
Pero esta vez es un Escogido acostumbrado a ganar, amparado en el cerebro del "Moise" (Alou), que no sólo lo sacó del desierto como bisoño en oficina, sino que ha acostumbrado a los seguidores del "Rey de la Selva" a no conformarse con otra posición que no sea la primera al final del campeonato.
Tras el cetro de la campaña 2009-2010, ante los Gigantes, los escarlatas sumaron las fajas de la 2011-2012 y 2012-2013, venciendo a las Águilas, la última de ellas de forma contundente con un 5-0.
"Nuestra única confianza aquí es la de creer que podemos ganar, no subestimamos a nadie, hemos trabajado para enfrentar a Águilas, Gigantes o Licey, y buscar la corona es nuestro único objetivo", dijo José Miguel Bonetti, vicepresidente rojo.
La barrida que hizo el equipo en los premios oficiales de la liga, (Jugador Más Valioso, Novato del Año, Lanzador y Dirigente del Año) habla por sí sola de la campaña que busca coronar este conjunto, que debido a sus casi dos décadas sin títulos se alejó en el número de coronas de Águilas y Licey.
Mientras los añiles buscan desempatar con las Cuyayas en el tope de campeonatos con 20, el Escogido buscará su copa 16 desde que comenzó a jugarse esta liga en 1951.
De momento, añiles y amarillos siguen como el plato fuerte de la liga (entre 1993 y 2009 se repartieron 16 de los 17 torneos con 10 para los del Cibao), y los rojos quieren completar una hazaña que les devuelva el respeto. Es lo que buscan desde hoy.
"Cuando al principio de la temporada me preguntaron dónde queríamos estar hoy, la respuesta que di era que en la final, y aquí estamos", dijo Miguel Guerra, presidente del Licey.
Será el primer viaje liceísta a la final desde 2009, cuando se impusieron a los Gigantes con José Offerman en la banca.
NPerez@diariolibre.com
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