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domingo, 27 de abril de 2014

Médico surcoreano defiende operaciones para cambiar de sexo


BUSAN, Corea del Sur. AP. A pesar de la controversia que ha causado en su país, el doctor coreano Kim Seok-Kwun continúa realizando operaciones de cambio se sexo, afirmando que es su deber corregir “los errores de Dios”.

Cuando el médico inicia la operación para insertarle un pene a un monje budista que nació mujer, está sumamente consciente de la controversia que su trabajo causa en este país tan conservador. El propio médico, conocido como “el padre de los transgéneros” en Corea del Sur, también albergaba dudas anteriormente.

“He decidido desafiar la voluntad de Dios”, declaró Kim, un médico de 61 años de edad y de religión protestante.

“Al comienza agonicé sobre si debía hacer estas operaciones porque pensé que estaría desafiando a Dios. Tenía vergüenza de ello, pero mis pacientes estaban desesperados, sentían que si no cambiaban de sexo se tendrían que suicidar”.

Kim es un pionero en Corea del Sur, donde las actitudes hacia la sexualidad están lentamente cambiando. Ha realizado unas 320 operaciones de cambio de sexo en los últimos 28 años, a todas luces la mayor cantidad para un médico en este país.

Kim dijo que el monje, cuya operación tardó 11 horas, no desea ser entrevistado por temor a ofender a los fervientes budistas de su templo. El médico dijo que el monje ha estado sometiéndose a terapia hormonal y desde hacía tiempo se hacía pasar como hombre.

Cuando Kim empezó a realizar este tipo de operaciones en la década de 1980, su cura lo criticó. Sus amistades y colegas en el mundo de la medicina se burlaban de él, diciéndole que iría al infierno. Hoy en día se siente orgulloso de haber ayudado a individuos que se sienten atrapados en cuerpos del sexo ajeno. Insiste en que es su deber corregir los errores de Dios.

“Hay gente que nace sin genitales, o con los labios deformes, o sin orejas, o con los dedos pegados ¿acaso estos no son errores de Dios? Y si alguien nace con el sexo equivocado, ‘no es ese también un error de Dios?”, expresó Kim.

Las minorías sexuales siguen siendo víctima de prejuicios en Corea del Sur, producto de la cultura confuciana según la cual uno no debe alterar el cuerpo humano; de la influyente comunidad cristiana y del legado de las dictaduras militares que no hacían caso a las minorías.

Las operaciones de cambio de sexo “son una blasfemia contra Dios y hacen que el mundo sea un lugar más miserable”, declaró el reverendo Hong Jae Chul, presidente del Consejo Cristiano de Corea. Calificó los comentarios de Kim como “nefastos y deplorables”.

Kim, un cirujano plástico en el Hospital Universitario Dong-A en Busan, en el sudeste del país, se especializa en corregir deformaciones faciales. Comenzó a realizar operaciones de cambio de sexo en 1986 después de recibir en su consultorio a varios hombres vestidos de mujer, preguntándole si era posible insertarles vaginas.
Al comienzo Kim se negaba a atenderlos porque no sabía nada sobre operaciones de cambio de sexo, pero no podía dejar de pensar en ellos, así que investigó el tema y comenzó a realizar las cirugías.

Su paciente más conocido es el actor transexual más famoso de Corea del Sur, Harisu, y el doctor Kim fue el oficiante en su boda en 2007 a un cantante hombre.

Harisu dijo en una entrevista en un café de Seúl que el dolor que sintió tras su operación de cambio de sexo en 1995 “fue como si me estuvieran dando martillazos en los genitales”, pero días después, cuando fue dada de alta en el hospital, se sintió como nueva, como la bella personaje en “La Sirenita”, que consigue la felicidad cuando su cola de pez se convierte en piernas.
Muchos de los primeros pacientes de Kim eran adultos mayores de 40 ó 50 años. A veces venían al consultorio los padres de los pacientes, gritando furiosos, amenazando con desheredar a los hijos.
Hoy en día, la mayoría de los pacientes tienen entre 20 y 30 años de edad, y a veces los padres incluso ofrecen pagar por la operación. Para convertirse de hombre a mujer la operación cuesta entre 11 millones y 15 millones de won (entre 10.210 y 13.920 dólares), y para convertirse de mujer a hombre, que es más complicado, cuesta unos 31 millones de won (28.760 dólares)
.
Los cambios de su clientela reflejan cómo ha evolucionado la actitud colectiva de los surcoreanos hacia las minorías sexuales: hoy en día pasan por la televisión varios programas que incluyen personajes gay. Un actor que hace años fue rechazado por las empresas de espectáculos por ser homosexual, es ahora una estrella popular. Un conocido director de películas se casó simbólicamente con su pareja el año pasado en la primera ceremonia célebre de ese tipo en Corea del Sur, donde los matrimonios del mismo sexo no son reconocidos.

Al mismo tiempo, sin embargo, los activistas denuncian que los transexuales son hostigados, abusados e insultados. Muchos sufren de depresión y han tratado de suicidarse. El gobierno surcoreano ha prometido aprobar una ley contra la discriminación, pero no se ha avanzado al respecto.

en 2012, una campaña lanzada por grupos cristianos conservadores obligó a una televisora a cancelar un programa de entrevistas que iba a incluir personas transgénero.

Los transgénero que desean cambiarse de sexo legalmente sufren de grandes obstáculos para hacerlo. La Corte Suprema establece que los jueces deben aprobar ese trámite sólo para quienes se hayan operado para cambiarse el sexo, hayan perdido su capacidad de reproducción, no estén casados y no tengan hijos menores de edad.

La falta de normas claras ha causado que muchos transexuales acudan a jueces que consideran menos rígidos, dice Hahn Chae Yoon, director del Centro para la Cultura de las Minorías Sexuales de Corea, en Seúl.

El año pasado un tribunal de Seúl aprobó solicitudes de cambio de sexo para cinco personas aunque aún no habían completado su transición, lo que antes era requisito obligatorio. Desde entonces, aproximadamente otras 30 personas en situaciones similares han recibido autorización del tribunal para cambiarse el sexo legalmente, dicen fuentes judiciales.

Para someterse a una operación con Kim, hay que entregar certificados de por lo menos dos psiquiatras que demuestren que se trata de una caso de trastorno de identidad de género. El candidato deberá vivir un año vistiendo la ropa y el peinado del género opuesto, y deben recibir aprobación de sus padres. De las 320 operaciones de cambio de sexo que ha realizado, unas 210 han sido de hombre a mujer y el resto de mujer a hombre.

Muchos pacientes consideran la operación un asunto de vida o muerte. Antes de su cirugía, Harisu, una artista transexual, firmó un documento reconociendo que podía perder la vida durante el procedimiento, aunque Kim enfatizó que ello nunca ha ocurrido.

“Si yo hubiese vivido como hombre sin la operación de cambio de sexo, estaría ya muerta”, comentó Harisu. “ya yo era mujer, a excepción de mis genitales. Yo no quería vivir mi vida con esos genitales. Soy mujer y quiero vivir como mujer”.

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