Mi amigo Pablo lleva poco con su novia, cada uno vive por su cuenta y se turnan para verse en casa de uno o de otro, según si los roomies de cada quién están o no. La tercera vez que mi amigo pasó la noche en casa de su chica, en lo que rebuscaba los condones en un cajón de la mesita de noche, se topó a traición y sin previo aviso con lo que desde ese momento se convirtió en su peor enemigo: ¡un dildo!, ¡recargable además!
En su cabeza sonó la música de Psicosis.
Por supuesto no tuvo el valor de decirle nada a ella en ese momento, pero desde entonces mi pobre amigo anda como alma en pena convencido de que él no es suficiente para su novia, que no la satisface, y que contra un aparato que es mayor que el suyo (él dice que no mucho, ¡pero pues, oye…!) y que además nunca se cansa porque encima es recargable por USB, el colmo de la modernidad, pues ¡que no puede competir! Agobiado perdido está el hombre. ¡Y no es el único! Cuando me puse a averiguar con más amigos, resulta que a la mayoría le pasa o le ha pasado que en algún momento se ha sentido superinsegura y amenazada por los juguetes sexuales de su pareja. “¿Le gustarán esos cosos más que yo?, ¿le seguirá apeteciendo hacerlo conmigo?, ¿me extraña cuando no estoy?, ¡ya no le hago falta para nada!, ¿querrá que yo también los use con ella?”, etcétera.
Querido, ¡que no cunda el pánico! La realidad, por suerte o por desgracia, es que un dildo o cualquier juguete sexual jamás podrá sustituir tu pene. ¿Me lees bien? jamás. Porque nosotras no sólo queremos un miembro viril, ¡queremos todo el pack! Nos volvemos locas con nuestro hombre de carne y hueso: el contacto con su piel caliente, su olor sumamente erótico, su respiración en el cuello, sus gemidos al compás de nuestro movimiento, nuestros cuerpos resbalando bañados en sudor, ¡ese sudoooooor! Así que desde ahora cero dudas sobre si preferimos un aparato inerte o a nuestro amante en persona. ¿Por qué los usamos entonces?
Ok, tu novia se masturba con aparatos que compra en una sex shop. ¡Felicidades! Estás con una mujer que se interesa por su sexualidad, es decir, por el sexo consigo misma, por darse placer y saber cómo hacerlo, ella investiga qué le gusta más, probablemente incluso se ha puesto un espejo entre las piernas y ha explorado su propia vagina para conocerse a la perfección. ¿Qué crees que te indica eso? ¡Que lo más seguro es que tú disfrutes muchísimo más con una mujer así de libre y curiosa en el sexo que con una mojigata que ni se masturba! (“¡ay no, eso es de hombres, yo soy una chica bien!”), y ni idea tiene de cómo llegar a un orgasmo ¡y lo que es peor!, te hará culpable a ti de eso. ¡Huevaaaaaaaaa! No te dejes arrastrar por los prejuicios de la masa y no condenes a una mujer que disfruta de su sexualidad, porque tú vas a ser el primer beneficiado de que así sea tu pareja, y tú también quieres disfrutar del sexo, ¿verdad? ¿O a fuerza hay que recurrir a una “profesional” para hacer “cierto tipo de cosas” porque tu novia es muy decente? Otra vez ¡huevaaaaaaaaaaaa!
Aquí lo bonito es compartir el gusto por el sexo, disfrutar los dos, y como cada persona es un mundo y cada pareja también, lo fantástico es que se conozcan juntos, y sin duda ya están del otro lado cuando ambos se conocen primero a ustedes mismos, ¿no crees?
Puede incluso que tu novia aún no tenga la confianza de contarte que se da placer solita, con juguete o no, por miedo a cómo vas a reaccionar tú o qué vas a pensar de ella, pero te puedo asegurar que es mega erótico para nosotras poder hacerlo delante de ti, y contigo, que colabores en la misión y seas parte. Un preliminar estupendo es jugar a que la espías mientras ella se da su homenaje y antes de terminar, tú te unes a la causa, ¡megahot! Si aparece el dildo cuando están ambos, sácale partido, contrólalo tú y no necesariamente para introducirlo, sino para calentar y que luego seas tú el que dé la estocada final y mate el toro, ¡óleee! Y ¿qué me dices de un FaceTime, Skype o similar cuando están separados? Ahí el dildo se convierte en tu mejor aliado, porque sigues siendo tú el que estás ahí con ella, con tu voz o hasta con tu imagen, incluso le puedes dar órdenes de cómo utilizarlo, o es más: descargarte una aplicación para ser tú desde tu smartphone el que controle su dildo de nueva generación. Ah, ¿verdad? ¡Ésa no te la sabías!
En definitiva, ninguna mujer te va a cambiar por un aparato por mucho que sea gigante o turbopropulsor, nosotras seguimos sucumbiendo al cariño, la ternura y los detalles, y combinados con unas nalgaditas simpáticas, ¡triunfo total! Además, mejor que disfrute con su dildo que con el vecino del quinto, ¿no?
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