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viernes, 15 de julio de 2016

Fuerzas militares intentan tomar el poder en Turquía e imponen ley marcial

ESTAMBUL — El primer ministro de Turquía, Binali Yildirim, dijo el viernes por la noche (hora local) que una facción de las fuerzas armadas había intentado llevar a cabo un golpe de Estado. Hubo declaraciones muy contradictorias acerca de quién tenía el control del país, que es miembro de la OTAN y un aliado importante de Estados Unidos.

Las fuerzas militares cerraron dos puentes que cruzan el Bósforo en Estambul, y aviones de combate fueron vistos mientras sobrevolaban Estambul y Ankara, la capital. Se reportó que el aeropuerto principal en Estambul tenía vuelos detenidos.

En Turquía se declaró la ley marcial. No quedó claro dónde se encontraba el presidente Recep Tayyip Erdogan, el político islamista que ha dominado la política en Turquía durante muchos años y ha buscado establecer un control firme sobre las fuerzas militares. Desde un lugar desconocido, Erdogan usó un iPhone para comunicarse a través de FaceTime.

Su mensaje fue claro: “No hay poder más legítimo que el del pueblo” dijo, en medio de la confusión de la noche. “Déjenlos hacer lo que quieran en plazas y aeropuertos”.

El viernes por la noche los rumores volaban y los planes para la noche cambiaron rápidamente. En el vecindario de Arnavutkoy, las personas se apresuraron para salir de bares y restaurantes, llamaron taxis e imploraban a sus seres queridos que regresaran a sus casas.

“Hay un golpe”, gritó un hombre en la calle. “Hay un golpe, y habrá sangre”.

La cadena estatal de noticias Anadolu reportó que varios rehenes estaban retenidos en las instalaciones militares en Ankara, la capital, incluyendo al jefe de gabinete de las fuerzas armadas.

Los sucesos comenzaron el viernes por la noche, aproximadamente a las 22:00, cuando las fuerzas militares se trasladaron para detener el tránsito en dos puentes que cruzan el Bósforo en Estambul y conectan las zonas europea y asiática de la capital. En las calles traseras de Beyoglu, en los distritos europeos, los bares y restaurantes mostraban imágenes en televisión de las escenas en el puente, mientras los que habían salido de fiesta se quedaron pegados al celular para averiguar qué estaba sucediendo.

“Algunas personas emprendieron una acción ilegal por fuera de la línea de mando”, dijo el primer ministro Yildirim mediante comentarios que se transmitieron en NTV, un canal privado de televisión. “El gobierno que la gente eligió sigue a cargo. El gobierno solo se irá cuando la gente así lo decida”.

Poco después de que Yildirim hablara, las fuerzas armadas turcas publicaron una declaración, de acuerdo con la agencia de noticias DHA, en la que decían haber tomado el control del país.

“Las fuerzas militares de Turquía retomaron el gobierno del país por completo con el objetivo de reinstaurar el orden constitucional, la democracia, los derechos humanos y las libertades, para hacer que la ley domine de nuevo, para restablecer el orden público en ruinas”, según una declaración citada por DHA. “Todos los acuerdos internacionales y las promesas siguen siendo válidas. Esperamos que nuestras buenas relaciones con todos los países del mundo continúen”.

El golpe de Estado se da mientras Erdogan lucha contra una ola de ataques extremistas del Estado Islámico. Erdogan culpó a los seguidores de Fethullah Gulen, un clérigo musulmán que vive en el exilio en Pensilvania y que fue su aliado hasta el 2013, cuando se pelearon por una investigación sobre corrupción. Durante muchos años Gulen construyó una base de apoyo entre la policía y el sistema judicial y Erdogan lo culpó por la investigación.

El viernes por la noche algunos medios lograron contactar por teléfon a Ilnur Cevik, un asistente de Erdogan, pero él dijo que no hablaría sobre el paradero del presidente porque “estas líneas están intervenidas”.

Cevik dijo que había escuchado informes de que había enfrentamientos en Ankara, cerca de las instalaciones de la agencia de inteligencia de Turquía. “No estamos seguros en realidad de qué esta pasando, pero parece que hay un levantamiento en las fuerzas militares”.

Agregó: “¿Están cerca de lograr algo? Lo dudo. Ahora mismo, hay mucha confusión”.

Hablando con la televisión local, Yildirim dijo: “Los actos ilegales de algunas personas provenientes de las fuerzas militares son el problema esta vez. Mis ciudadanos y mi país deberían saber que no se permitirá acción alguna que pueda dañar a la democracia”.

Continuó: “El gobierno que los ciudadanos de Turquía han elegido, el cual representa la voluntad del pueblo, está a cargo y su derrocamiento solo sucederá si la gente así lo decide. Quienes intentaron esto, quienes tomaron parte de esta locura, en este acto ilegal, pagarán el precio más alto. Quiero que mis ciudadanos sepan que este tipo de iniciativas no nos frenarán”.

Desde que la Turquía moderna se fundó en 1923, las fuerzas militares han organizados golpes de Estado en 1960, 1971 y 1980, además de intervenir en 1997.

Las fuerzas militares se habían visto por mucho tiempo como la institución guardiana del sistema secular turco, establecida por el fundador del país, Mustafa Kemal Ataturk. Sin embargo, en años recientes, una serie de juicios sensacionalistas habían obligado a que las fuerzas militares regresaran a sus cuarteles; con esas acciones, dijeron analistas, se había asegurado el liderazgo civil por encima de las fuerzas militares.

Erdogan atrajo a un gran número de simpatizantes en los primeros años de su gobierno, incluyendo a muchos liberales que apoyaron sus planes de reformar la economía y de retirar a los militares de la política; pero en años recientes se ha ganado el rechazo de muchos turcos por su creciente autoritarismo, sus límites a la libertad de expresión, por dar a la religión un papel preponderante en la vida pública y por revivir la guerra con militantes kurdos al sureste del país.

Muchos turcos seculares, sin duda, apoyarán la intervención militar a pesar de que aún no esté claro si tendrá éxito.

“La gente trató de oponerse al presidente Erdogan, pero no pudieron, fueron reprimidos, así que los militares no tuvieron más remedio que hacerse cargo”, dijo Cem Yildiz, un taxista que aseguró, el viernes por la noche, que pasaría la madrugada recogiendo a la gente para llevarla segura a sus casa.

Yildiz dijo que las recientes acciones terroristas en el país, atribuidas a militantes del Estado Islámico —incluyendo un ataque reciente en el aeropuerto de Estambul, que dejó decenas de muertos— fue, para él, el punto crítico.

Al igual que muchos turcos, Yildiz consideró que la causa de los ataques terroristas fueron las políticas de su país ante la violencia en Siria. En las primeras etapas de la guerra civil en aquel país, Turquía apoyó a los grupos rebeldes que peleaban contra el gobierno sirio. Muchos de los combatientes que se trasladaron de Turquía a Siria se sumaron al Estado Islámico y los críticos han culpado a Erdogan por el auge de ese grupo terrorista.

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