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martes, 23 de abril de 2019

Condenan a 7 años a pareja que esclavizaron a una niña por 16 años.

Siete años de prisión para cada uno. Esa es la condena impuesta a Mohamed Toure y su esposa Denise Cros-Toure, ambos de 58 años, por haber esclavizado a una joven de Guinea durante 16 años. Además deberán pagarle una indemnización de 288,620 dólares y serán deportados a su país de origen, Guinea.

"Los acusados le robaron su niñez y su trabajo durante años, enriqueciéndose mientras la dejaban a ella con su sufrimiento y un futuro sin certezas", dijo Eric Dreiband, asistente de la oficina del fiscal general.

Durante el juicio, que duró cuatro días, la evidencia mostró que Denise Cros-Toure y Mohamed Toure, hijo del primer presidente de Guinea, Ahmed Sekou Toure, sacaron a la víctima de su vivienda de barro en una comunidad rural en Guinea en el año 2000, cuando apenas tenía unos cinco años, y la trajeron a su casa en Southlake, Texas.

"Una vez en Estados Unidos, la forzaron a cocinar para ellos, limpiar y cuidar de sus hijos biológicos, algunos de los cuales tenían casi la misma edad que ella, sin ningún tipo de pago y durante 16 años", se lee en el comunicado del Departamento de Justicia.

Sin embargo, el abogado de la pareja, Scott Palmer, dijo a los medios en el lugar que explorarían una apelación sobre esta decisión. Entre otras cosas, porque Scott considera que el hecho de que el juez no le diera 20 años de prisión a los Toure —como habían pedido los fiscales— sugiere que podría no considerarlos tan malvados como fueron perfilados por el gobierno.

"Creo que vio exageraciones y mentiras de los fiscales", asegura.


Los abusos
La niña llegó a Houston el 19 de enero del 2000 y de allí se marcharon a Dallas. No hablaba inglés, así que se comunicaba en su dialecto y en francés. En el aeropuerto la esperaba Cros-Toure y sus tres hijos mayores, que tenían cerca de 5, 8 y 9 años. La visa de turista que traía la menor expiró tres meses después y sin importarles, la dejaron sin estatus legal en Estados Unidos.

Una vez en la casa de los Toure, le ordenaron cuidar al hijo menor de la pareja, que tenía aproximadamente dos años. Y las tareas fueron aumentando, con jornadas que arrancaban a las 6:30am y terminaban cuando los cinco hijos de los Toure se dormían. Debía limpiar, hacer jardinería, pintar la casa, cocinar.

Si ella les desobedecía o se negaba a realizar alguna tarea, la agredían física y psicológicamente. La llamaban "perra", "esclava" y "buena para nada". La golpearon en repetidas ocasiones incluso con un cable de electricidad. El agente especial que investigó el caso habla de haber visto cicatrices en sus brazos. La forzaron a dormir sola en un parque cercano fuera de la casa como castigo, le raparon la cabeza y la bañaron en el patio fuera de la casa con una manguera.

Los Toure vivían en un vecindario adinerado de Forth Worth, en una casa valorada en 590,000 dólares y, según la querella, sus ingresos venían principalmente de depósitos realizados desde el exterior.

En la declaración jurada del agente del Servicio de Seguridad del Departamento de Estado que investigó el caso quedó en evidencia el trato desigual entre los niños de la pareja y la víctima. Por ejemplo, no hay registro de que la joven si quiera haya sido inscrita en el distrito escolar. Y mientras los hijos de los Toure iban bien vestidos, ella usaba ropa vieja y gastada, incluso por los varones. A ella no la dejaban ir a jugar con otros niños, por años durmió en el piso, comió en una mesa distinta a la de la familia, y solo fue al médico cuando sufrió una infección y debieron extraerle un diente.
"La aislaron de su familia y la sociedad y le negaron la educación mientras que los hijos de la pareja iba a la escuela y la universidad", agrega el comunicado del Departamento de Justicia.

Finalmente, ella logró escapar de la casa en agosto de 2016 con la ayuda de un examigo de la familia.

Y a pesar de la evidencia, el abogado de los Toure, Scott Palmer, dijo a Univision Noticias en una oportunidad que la niña nunca fue ni forzada a hacer algo en contra de su voluntad ni esclavizada. Aseguró que la pareja la trataba como si fuera una hija. "Tenía tareas, pero todos los niños tenían tareas. Le encanta la jardinería. No era considerada una empleada doméstica", dijo Palmer.

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