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domingo, 15 de mayo de 2011

Ladrones desmantelan tumba coronel Caamaño


Bandoleros de los que frecuentemente tienen como escenario de sus reprochables  acciones el  Cementerio Nacional en la capital profanaron la tumba del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, con la intención de sustraer sus objetos de metal.
Además de la cadena que define el perímetro del pequeño mausoleo, los maleantes lograron apropiarse del asta y la bandera nacional que ondeaba en su alrededor, escamotear algunas de las plantas ornamentales y destruir gran parte del borde de la tarja en bronce que identifica la sepultura.
Con la  intención de robar la referida lápida, los malhechores emplearon resistentes cinceles y  piquetas, no  alcanzado materializar su indignante propósito por la profunda adhesión de esa pieza a la  bóveda y la  intervención de algunos policías municipales que  merodeaban por el área.
La  acción vandálica se produjo cuando aún Doña Maria Paula Acevedo -Chichita-, viuda del Coronel de Abril de 1965 y la Fundación Caamaño, no habían concluido el proceso de remozamiento del modesto nicho en donde se encuentran   los restos del aguerrido comandante, figura emblemática de la Gesta Patriótica, Cívico-Militar que procuraba, fundamentalmente, el respeto a la constitucionalidad y la restitución  del presidente  Juan Bosch.
Según expone el profesor Julio César Aybar, asiduo visitante al Cementerio Nacional, donde descansan algunos de sus familiares, la profanación de tumbas, el robo de coronas, plantas ornamentales, candados y sarcófagos, en el mencionado camposanto, es algo rutinario pues además de que no se ha realizado el trabajo de remodelación de su verja perimetral, no se cuenta con un eficiente equipo de agentes de seguridad que haga imperar el orden.
"En este cementerio todo está manga por hombro. No olviden que hace relativamente poco  tiempo le arrancaron el fusil y una de las manos a la escultura que proyectaba la figura de un militar protegiendo el Panteón del Ministerio de las Fuerzas Armadas, por lo que, finalmente, se optó quitarla", apunta el  educador.
 Resalta que el desorden y el irrespeto imperante no luce tener limites y que en ocasiones, ha tenido que interrumpir sus oraciones frente a la tumba de un familiar, por las trifulcas que escenifican algunos malandrines cuando utilizan el camposanto como punto para distribuirse el dinero y los bienes robados, al igual que los estupefacientes.
"A este lugar entra todo el mundo sin ningún control o revisión. No entiendo lo que está ocurriendo pero, a decir verdad, ni los muertos pueden descansar en paz. Es tiempo de que las autoridades  de la capital presten la debida atención a este cementerio llamado a ser un espacio de honra y reverencia, pero que en realidad, se ha transformado en una madriguera de delincuentes y criminales", subraya profesor Aybar al concluir sus declaraciones.

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