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lunes, 31 de marzo de 2014

Consecuencias de ligar las drogas al sexo


MADRID. (elmundo.es). Las canciones, la cultura y la propia sociedad nos han llevado a pensar que la relación entre drogas y sexo (y rock and roll) era una combinación perfecta. Sin embargo, la bibliografía científica nos dice otra cosa bien distinta: las drogas producen un efecto fatídico en las relaciones sexuales. Por tanto, esta mezcla es simplemente, imposible. O posible pero con resultados devastadores.

“Se piensa que normalmente, las personas que consumen drogas tienen una mayor disposición a responder de forma positiva ante estímulos sexuales, y en diversas investigaciones se ha descubierto que no es así, que las personas consumidoras son más erotofóbicas (rechazo al sexo) que las personas que no consumen”, asegura a EL MUNDO Francisco Javier del Río, psicólogo y metodólogo del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología. Esta y otras conclusiones son extraídas por este especialista tras una investigación -realizada en este centro- que analiza la relación entre el consumo de drogas y sexualidad. En él han participado 1.054 personas que han acudido a centros de drogodependientes para dejar su consumo tras un largo historial de adicción y 211 personas sin esta problemática, repartidos en 27 provincias españolas.
La sexualidad, sostiene del Río, es algo integral del ser humano, por ello, hay diversos elementos que influyen negativamente en la respuesta sexual de los drogodependientes. Además de tener un mayor rechazo a los estímulos sexuales, también la ansiedad juega un papel importante. La ansiedad, explica el experto, es muy elevada tanto en personas consumidoras como en aquellas que se encuentran en un proceso de recuperación: “Se conocen perfectamente los efectos negativos que tiene la ansiedad en la respuesta sexual, de hecho, uno de los primeros objetivos que se plantean en terapia sexual es bajar los niveles de ansiedad que traen las personas a consulta”. Y por otro lado, la relación de pareja es otra de las víctimas, pues la relación suele encontrarse bastante deteriorada: hay falta de comunicación, desconfianza, en ocasiones incluso violencia, falta de intimidad, etc.
Efectos persistentes en el tiempo

Hace más de un año, otro estudio publicado en ‘The Journal Sexual of Medicine’, reflejaba que las drogas empeoran el funcionamiento sexual de los varones y sus efectos persisten incluso después de años de abstinencia. Algo que rebatía otras investigaciones que mantenían que, a las tres semanas de abandonar el consumo, el funcionamiento sexual volvía espontáneamente a su nivel normal.
Según afirma a este medio, Pablo Vallejo Medina, profesor de la Universidad Konrad Lorenz de Bogotá (Colombia) y autor, junto con otros colaboradores del citado estudio, uno de los problemas es que un porcentaje de las recaídas se produce por intentar solucionar los problemas sexuales mediante el consumo de drogas. Por lo que si se está en abstinencia, se corre el riesgo de volver a consumir para mejorar en el plano sexual. De hecho, “según nuestros datos un 69% de los consumidores han tomado drogas para aumentar el disfrute o mejorar en sus relaciones sexuales. Por tanto, también podría tener un papel importante en las recaídas”, informa Vallejo.

¿Qué drogas son peores? 

Las drogas afectan a distintas fases de la respuesta sexual, deseo, excitación y orgasmo, y provocarán diferentes disfunciones sexuales dependiendo tanto de la sustancia que se ingiera como de su hábito de consumo (Vea el gráfico). Sin duda, la sustancia más perjudicial para el sexo es la heroína porque es la que provoca una mayor dependencia física, por ser la que precisamente estimula una mayor necesidad de consumo diario.

La sexualidad, advierte del Río, no debe entenderse únicamente como unos genitales que funcionan de determinada manera en función del tipo y cantidad de sustancia que una persona tenga en su organismo, “es mucho más que eso. Hay sensualidad, erotismo, y, por supuesto, la interacción con la pareja, comunicación, intimidad, cercanía…”. Por eso, una sustancia como la heroína, no sólo influye en la mera respuesta fisiológica, sino que “también provoca en la persona que la consume que descuide las relaciones personales y la de pareja, ya que la persona está fundamentalmente interesada en buscar, conseguir y consumir heroína”.

Del mismo modo, avisa el especialista, el alcohol es otra sustancia de similares características y es también de las más perjudiciales para el sexo.


En relación al cannabis, su uso esporádico no suele tener efectos significativos en la sexualidad, aunque muchas mujeres se quejan de sequedad vaginal. Sin embargo, su consumo a largo plazo puede afectar a la secreción de hormonas, sobre todo la testosterona. En este sentido, aclara que “no hay que olvidar el importante papel que juega en el deseo la testosterona biodisponible en sangre. Si el consumo reduce la secreción de hormonas, puede disminuir también el deseo de estas personas”. Por otro lado, y en cuanto a la marihuana, se tiene en el imaginario colectivo, la idea de que esta sustancia aumenta la capacidad de fantasía sexual, pero “esto es más un efecto psicológico propio de las expectativas que tiene la persona que la toma que un efecto fisiológico real”. Con todo esto, está claro que un largo historial de consumo supone consecuencias a nivel físico y psicológico y sexual, pero también un consumo puntual de una cantidad importante, sin un largo historial de adicción, puede generar una respuesta sexual poco placentera.

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