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jueves, 7 de abril de 2016

¿DÓNDE ESTÁ TU ESPERANZA?


7 de abril

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la espe ranza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 1 Timoteo 6:17.

A travieso los cielos de América en el vuelo 4352 de American Eagle. El
horizonte, azul e infi nito, me habla del poder de Dios; de su permanencia y eternidad. Mis ojos se pierden en la inmensidad de un Dios vivo.

Abajo, en la tierra, las cosas andan mal. Mientras los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos prometen sacar al país de una de las mayores crisis financieras de su historia, hay gente que llora y se desespera, frente a la 
caída vertiginosa de las bolsas. 

Depositaron su “esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas”, indica el versículo de hoy. Inciertas, como las nubes llevadas por el viento; como la garúa, que hoy es y mañana deja de ser. Como el canto del cisne, que suena bello y repentinamente se hace silencio de muerte.

No habrá mañana para mucha gente; el sol no brillará ni el oro relucirá. Los números, que brillaban, alucinantes, en la pantalla de la computadora, traerán el recuerdo de la ilusión perdida. Quién sabe, entonces se acuerden del “Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. A veces, Dios permite que nos frustremos con la fugacidad de nuestros planes; con la superfi cialidad de nuestros sueños. Con frecuencia, él permite que andemos nuestros propios caminos, con la intención de enseñarnos el dolor que nos conduce de regreso a la única Fuente de seguridad y permanencia.

Nunca es tarde para aprender; los sueños destruidos representan el amanecer de un nuevo día, cuando Dios está presente. Nada llegó a su fi nal cuando el Dios eterno, que no conoce fi n, asume el control de la vida.

Por eso hoy, a pesar de tus frustraciones, a despecho de tus derrotas, alza los ojos al Cielo, y contempla la benignidad y la misericordia de un Dios que se preocupa por ti y está siempre con los brazos abiertos, listo a correr en tu auxilio.

No salgas hoy, a enfrentar una nueva batalla de la vida, sin la seguridad
de que tu confi anza está depositada en “el Dios vivo, que nos da todas las
cosas en abundancia para que las disfrutemos”.

Plenitud en Cristo
Alejandro Bullón

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