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martes, 8 de agosto de 2017

Consternación con sacerdote que supuestamente violaba y mató a puñalada y martillazo su monaguillo

SANTO DOMINGO. “Dónde está la misericordia que pide el Señor. No tuvo ninguna misericordia, lo mató a martillazos”, se cuestionaba en medio del llanto Clemencia Nolasco acerca del asesinato de Fernelis Carrión Saviñón, de 16 años, quien supuestamente fue asesinado por el sacerdote Elvin Taveras Durán de la parroquia San Nicolás de la urbanización Máximo Gómez.

La tía del adolescente, quien desapareció desde la mañana del pasado viernes, pidió a las autoridades hacer justicia con el caso que ha consternado al distrito municipal de Villa Mella donde reside la familia.

Carrión Saviñón habría salido a las 8: 30 de la mañana del viernes desde el sector Los Compadres de Santa Cruz a bordo de un taxi, en el municipio Santo Domingo Norte, hacia una iglesia en Hainamosa donde le esperaría el cura Taveras Durán, de acuerdo con la versión ofrecida por su hermano Alexander Saviñón.

Explicó que el adolescente, que cursaba el primer curso del bachiller, era monaguillo y mantenía contacto con el sacerdote católico a quien ayudaba en la preparación de las misas.

Saviñón relató que la familia pensó que su hermano había salido con unos amigos, idea que desecharon después cuando estos se comunicaron para preguntar por este y sospecharon que algo pudo haber sucedido.

Afirmó que recorrieron hospitales y destacamentos durante todo el sábado, hasta que con la ayuda del taxista que llevó a Carrión Saviñón a Hainamosa pudieron hacer contacto con el sacerdote que habría llevado a la Policía hasta Sabana Grande de Boyá donde supuestamente estaba el cadáver.

“Él dijo todo”, aseguró Saviñón que le habría dicho uno de los investigadores acerca de la confesión del crimen por parte del cura.

El taxista que dejó en la iglesia de Hainamosa el viernes a Fernelis Carrión Saviñón próximo a las diez de la mañana dijo que vio al joven por última vez cuando lo salió a buscar el cura quien pagó los 300 pesos de la carrera y de ahí, tanto la víctima como el religioso, entraron a la iglesia.

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