
Tras haber sido diagnosticada de cáncer de mama en 1999, decidió acelerar el ritmo al que incrustaba sentimientos en su piel, un proyecto al que ha consagrado 60.000 euros, pese a que muchos artistas la tatuaban gratuitamente por tratarse de un símbolo para los amantes del dibujo epidérmico.
En 2010 publicó su autobiografía, “Marie-France Estève o cuando la vida te endurece la piel”, donde daba cuenta de una existencia sórdida nutrida de abandono, violación, cárcel, alcohol, droga y enfermedad.
“Mi cuerpo es como un libro- toda mi vida, que apenas ha sido feliz, está contada en tatuajes”, explicaba Estève, que intentaba no convertirse en un “animal de feria” a pesar de ofrecerse para espectáculos en salas y cabarés, señala “L’Ouest “France”. Será enterrada el próximo 29 de diciembre en el cementerio de Monségur, próximo a la localidad de Fumel. EFE
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